�El martes, cuando Guillermo Alejandro sea investido como rey de Holanda, el primer varón en ejercer el cargo desde 1890, Máxima Zorreguieta se transformará también en la primera reina consorte del país desde hace 134 años.
Durante generaciones, los cónyuges de los monarcas en la dinastía Orange eran denominados ‘príncipes consortes‘, como lo fueron el príncipe Enrique, casado con la reina Guillermina (reinó entre 1890 y 1948), el príncipe Bernardo, casado con la reina Juliana (1948 y 1980) y el príncipe Clauss, casado con la reina Beatriz (reinó de 1980 a 2013).
Pero el título de reina, rescatado ahora en honor a Máxima de un pasado remoto -Emma de Waldeck-Pyrmont, la última soberana que lo llevó desde 1879 hasta la muerte de su esposo, Guillermo III, en 1890- implicó una extensa y dura negociación que por poco se pierde en el camino y no llega jamás a manos de la princesa de Orange.
Tres partidos políticos fueron al Parlamento para impedir que la argentina se convirtiera en reina cuando su esposo accediese al trono. Argumentaron que esta distinción rompía con la tradición monárquica holandesa y evitar caer en una discriminación de carácter sexista, ya que desde finales del siglo XIX los consortes de las reinas holandesas fueron príncipes y no reyes, sin embargo la iniciativa no prosperó.