Una empleada ayer se llevó una planta de recuerdo. La despedida es lenta para los trabajadores. En los últimos días, cada ‘hasta mañana‘ fue valorado como nunca antes. Y es que desde mañana mismo ya no habrá un adiós parecido.
Sobre las 13, cuando el administrador Ricardo Crescentino apague la luz, salga a la vereda y le gire la llave de la doble puerta de madera, la Liga Argentina contra la Tuberculosis y Enfermedades Regionales (Laclatyer) cerrará definitivamente después de 76 años ininterrumpidos de actividad. Problemas económicos y la imposibilidad de mantener la habilitación del edificio llevaron a que la Laclatyer tomara esta decisión.
De esta manera, el emblemático centro de salud sanjuanino dejará atrás una historia que nació en 1935 por un mal que por entonces laceraba a la sociedad y que en las últimas décadas se convirtió en punto fijo para vacunarse y hacerse cartillas sanitarias a bajo costo.
‘Nos gusta pensar que de momento sólo cerramos una etapa. Si bien no sabemos cuándo, cómo y dónde, vamos a volver algún día. Hoy nuestra situación es muy difícil, ya no podíamos sostenernos económicamente y para mantener la habilitación de Salud Pública teníamos que hacer un nuevo edificio, algo totalmente imposible para nosotros‘, dijo Ricardo Crescentino, administrador de la Liga e hijo de Héctor Hugo Crescentino, uno de los fundadores del lugar.
Precisamente, la Liga Argentina contra la Tuberculosis División San Juan nació con ese nombre el 24 de agosto de 1935. Su misión era combatir este mal y ayudar al tuberculoso pobre, mientras que luego extendió su lucha contra enfermedades regionales como el Chagas o la brucelosis.
Cuando el Estado dejó de subsidiar parte de los gastos de la Liga (ya que creó sus propias áreas sanitarias), el centro de salud que desde su origen fue una ONG, amplió su abanico e incorporó servicios como odontología, laboratorio y consultorios externos, con sus respectivas tarifas.
Y en las últimas décadas, para miles de sanjuaninos era el lugar ineludible para vacunar a los niños y especialmente hacerse cartillas sanitarias.
La Liga siempre funcionó por Libertador pasando Mendoza. Si bien hoy todo el complejo está techado, hasta no hace muchos años aún había galerías abiertas, donde la gente esperaba para ingresar a los diferentes consultorios, algunos de los cuales nunca dejaron de ser casillas precarias. El machimbre, el cerámico y el vidrio fueron los materiales que sirvieron para remozar el complejo. ‘Nos fuimos adaptando a las necesidades y mejorando la cara, pero el esqueleto era viejo, con sectores que se mantenían desde el día de la fundación. Siempre se dijo que este era un edificio sui generis‘, contó Crescentino.
Los 12 empleados de planta permanente de la Laclatyer serán indemnizados, dijo el administrador, mientras que el plantel de 17 profesionales ya tiene otros destinos.
‘Yo entré a trabajar un 2 de mayo de 1981 y, cosa del destino, el 2 de mayo del 2011 será nuestro primer día de cierre. Y si tuviera que hacer un resumen, diría que todos los que trabajamos aquí sentimos que durante 76 años fuimos útiles a la sociedad. Esa es la gran satisfacción que nos llevamos‘, cerró Crescentino.
