El paso de beato Cura Brochero a San José Gabriel fue ayer mucho más que un cambio de denominación. Ante los ojos del mundo entero, el papa Francisco convirtió en el primer santo nacido y muerto en Argentina al hombre al que le probaron dos milagros, entre ellos haberle salvado la vida a la niña sanjuanina Camila Brusotti. Por eso fue tan fuerte la presencia sanjuanina en esta canonización. Los abuelos maternos de Camila entregaron la reliquia de Brochero en el Vaticano, seguidos de cerca por un emocionado Mauricio Macri y su mujer Juliana Awada; el arzobispo de San Juan, Alfonso Delgado, estuvo en la Iglesia de San Padro junto al diputado y exgobernador José Luis Gioja y dos párrocos de la provincia; y en el pueblo cordobés de Cura Brochero, epicentro argentino de la celebración, los sanjuaninos impusieron su sello, al punto que llegaron en varios contingentes, uno de ellos tras haber cabalgado más de 400 km. Precisamente en este lugar estuvo DIARIO DE CUYO, para contar desde adentro cómo vivieron unos 50.000 fieles la vigilia y la ceremonia transmitida en vivo desde Roma.

Cerca de la medianoche del sábado la granizada fue tan violenta que no quedó nadie en la plaza. La gente buscó cobijo en la iglesia que, en pocos minutos quedó chica. Los sacerdotes del pueblo comenzaron a barajar la posibilidad de suspender la vigilia de la canonización que iba a realizarse en el Predio de la Providencia. Pero pasada las 3 de la madrugada del domingo, como si se tratase de un milagro brocheriano, la lluvia cesó y la luna empezó a asomarse entre las nubes. Sin dudar, la gente se apostó en el predio cubierto de barro para observar la transmisión desde el Vaticano.

El clima dio un giro tan grande como el ánimo de la gente que no se movió del lugar hasta que el Sol estuvo bien alto. La fe lo pudo todo. Incluso soportar el agua y el granizo. El templo sirvió de refugio y por varias horas se asemejó a un campamento de evacuados. El lugar estaba lleno de reposeras, de bolsos y de gente descansando por los rincones. Mientras que se rezaba el rosario o se cantaba alguna canción brocheriana.

Pero cuando el temporal cesó, gente se fue al predio y hubo filas interminables durante toda la madrugada. A eso de las 3 hasta hubo una procesión de antorchas. Y como los organizadores observaron la mejora del tiempo, hasta se animaron a conectar los equipos de música. Así despuntó la madrugada. Música y oración para hacer el aguante. Los fieles se fueron bien preparados. Reposeras, mantas, mate, café caliente. Pero la vigilia fue más dura de lo esperada. Sin embargo, nadie bajó los brazos y unas 50 mil personas colmaron el lugar que queda al lado del río, a pocas cuadras de la plaza principal del pueblo de Cura Brochero.

Las pantallas en las que la gente podía ver la ceremonia de canonización en El Vaticano, quedaron chicas y fueron pocas. Por eso mucha gente se contentó sólo con escuchar. A eso de las 5 de la madrugada proyectaron un video mediante el que se contó la historia de Brochero y se hizo mención al milagro de la nena sanjuanina, Camila Brusotti, que lo convirtió en santo. Estas imágenes emocionaron. Sin embargo, el punto máximo fue cuando, en el inicio de la ceremonia en Roma, se escuchó el nombre de Cura Brochero. De ahí en más, la gente aplaudió cada vez que se lo mencionó.

Pero pasada la primera media hora de ceremonia, el frío y el barro se hizo sentir. Entonces, el silencio que invadió el lugar se interrumpió con los gritos de pedido de médicos. Hubo gente que tuvo que ser sacada en camilla. Es que la vigilia se hizo pesada por las inclemencias del tiempo. Tras la tormenta, todo quedó inundado y un viento fresco caló los huesos. Luego de la homilía, muchas personas optaron por irse del predio para trasladarse a la plaza.

Pasada las 6, el amanecer se hizo notar. El sol comenzó a calentar durante la misa que se realizó luego de la canonización. Como si el temporal nunca hubiese existido, la primera mañana del pueblo cordobés con un santo en su haber, sorprendió por un cielo despejado. Entonces, los miles de devotos comenzaron a esparcirse por el lugar y volvieron a copar la plaza en busca de un desayuno caliente.