Para Milena Guadalupe Elizondo, de un año y dos meses, y su mamá Candela, el de ayer no fue un martes 13 de mala suerte. Es que tras 10 meses sorda, la bebé que fue la primera en recibir un doble implante coclear, volvió a oír su nombre. "Guada…", le dijo su mamá con los ojos llenos de lágrimas y ella devolvió el estímulo con una mirada y un abrazo que pareció eterno. Así, se vivió el momento en el que la nena, que sufrió una meningitis que la dejó sorda cuando tenía 4 meses, recuperó la audición gracias a la cirugía.
Guadalupe llegó seria al hospital. Fue porque la tuvieron que despertar cerca de las 7 porque a las 9 debían estar en el consultorio. Tuvieron un largo viaje en micro desde Campo Afuera (Albardón), hasta el Hospital Rawson. "Anoche nos despertamos 3 veces en la madrugada, no podíamos dormir de los nervios", dijo la abuela de la bebé, mientras que Carolina Taillant, la fonoaudióloga que tuvo a cargo la activación del implante, le explicó a Candela cómo se usaban los audífonos.
Una vez que abrieron los envoltorios del equipo y que todo fue conectado a una computadora, desde donde después fue regulado para que la bebé escuche, comenzaron a probar cómo estaba el implante. En ese momento un silencio total se apoderó del salón. Sentada frente a Taillant, Guadalupe estuvo en el centro de las miradas. Es que cualquier gesto podía demostrar que empezaba a oír.
Observando a todos los que estaban en el salón (hubo 5 médicos), la bebé estuvo quieta y tímida, casi no se rió y en todo momento mantuvo el ceño fruncido. Hasta que de repente miró de reojo hacia la derecha, que fue el primer implante que activaron. "Ahí está", dijo con un tono victorioso la fonoaudióloga, mientras que Candela respondió con una sonrisa, pues hasta ese momento todo indicaba que iba a resultar exitosa la cirugía.
"Ahora lo vamos a encender y vos le vas a hablar", le indicó la especialista a la mamá de la bebé. "Guada, Guada…" le dijo ella y la bebé giró su cabeza de inmediato. Luego, ambas se fundieron en un abrazo que mezcló alegría, alivio y mucha emoción en todos los presentes. Ni los médicos pudieron disimular las risas. "Abrazála que debe tener miedo", le dijo en ese momento Taillant, mientras que las lágrimas se apoderaron de los ojos de Candela. En un rincón del consultorio, con las manos apretadas y tapándose parte del rostro, la abuela de la bebé festejó en silencio.
Después, todo fue alegría y la activación del segundo implante, el del oído izquierdo, se vivió con más tranquilidad. Hasta la pequeña dejó de lado su timidez y su enojo por haber madrugado. Incluso, quiso tirar de los cables de los audífonos, agarró todos los juguetes que los médicos habían dejado sobre el escritorio para entretenerla, tomó el pecho y hasta demostró las monerías que aprendió a hacer.
Con un dedo sobre la cien les dijo que estaban locos, tiró besos y hasta mostró los dientes. Sin embargo el momento más tierno fue cuando, después de que el implante izquierdo fue encendido, se escuchó llorar. "Dejala para que se conozca", dijeron a coro los médicos, mientras que Guadalupe gritó y se cayó varias veces tratando de saber de dónde venía el sonido.
Ahora, la pequeña que fue operada hace menos de dos meses, deberá comenzar con la rehabilitación. Según las fonoaudiólogas tendrá que ir al consultorio dos o tres veces por semana, pues debe aprender a balbucear sonidos como si fuera un bebé recién nacido. Pero todos aseguraron que será más fácil enseñarle a hablar porque sólo perdió 10 meses de audición mientras tenía poco tiempo de nacida. Luego de esto, volvieron felices a Albardón.
