Apenas les dieron las llaves y los nueve integrantes de la familia Perea buscaban su casa mirando los números en los gabinetes del gas, Jesús (13) no aguantó y salió corriendo; por eso fue el primero en entrar al nuevo hogar. Y con ese placer del olor a nuevo y comodidades por descubrir, lo otro que hicieron los niños fue bañarse con la ducha, uno tras otro y mientras desde el comedor se escuchaban sus risas y canciones. Antes en la casa que se incendió e incluso luego en el CIC, todos se bañaban con un fuentón de plástico, tras calentar agua en una pava, de ahí el gustazo que se dieron los hermanitos. Los Perea son la familia que perdió todo en un incendio y a quienes mientras estaban evacuados en el CIC de Chimbas les usurparon el terreno del ranchito incinerado, por lo que ya no pudieron volver. Durante dos meses y 17 días estuvieron en el Centro Integrador Comunitario del barrio Los Andes y allí, hace 11 días, nació Valentina Luz, una llegada al mundo que para los Perea vino acompañada por la casa nueva.
Ellos son los flamantes vecinos de la primera etapa del barrio Florentino Ameghino, del programa de erradicación de villas del Gobierno provincial (ver aparte). Salvo la mesa, los pocos muebles de la familia son nuevos, porque del incendio no pudieron rescatar nada. Y ayer trataban de acomodarlos en la vivienda.
Pero lo de la ducha de los chicos sorprendió a Patricia (29) y Alejandro (35), los padres. ‘Están como locos. Y eso que todavía no funciona el calefón’, dijo sonriendo Alejandro, a la vez que los chicos iban saliendo en puntitas de pies, todos mojados y cruzándose a la pieza, otra comodidad de tener baño dentro de casa.
Luego, Jesús (13), Ezequiel (11), Milagros (10), Andrea (7), Manuel (4) y Joel (2) iban pasando y acariciando a Valentina, que pese a todo no dejaba de dormir en el changuito. ‘Desde el primer día que nos llevaron al CIC me ilusioné con que Valentina no naciera ahí sino en una casa digna. Igual, nos dieron la casa a los 10 días de su nacimiento y no podemos estar más felices. Yo siento que estoy en las nubes, que no caigo’, confesó Patricia.
Alejandro, que es albañil, ya pensaba en hacer arreglos y hasta en las medianeras, mientras que la mamá de Patricia, a quien le tocó casa justo al lado, entraba a saludar. ‘Cuando se nos incendió la casa y nos evacuaron al CIC sentía que no íbamos a salir adelante. Pero hace un rato me senté a mirar por la ventana y pensaba que después de tanto sufrimiento, al final las cosas nos empiezan a salir bien. Todos juntos en un nuestra casa propia es un sueño cumplido’, apuntó la mamá.
