Por primera vez la Unión Europea (UE) ha firmado un Tratado de Libre Comercio regional con América Central, que alcanza a las economías de El Salvador, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. El acuerdo, calificado de histórico, permitirá intensificar el diálogo y la cooperación entre ambas partes y, en particular, aumentar las exportaciones centroamericanas a Europa en más de 2.600 millones de euros al año.

Las negociaciones fueron arduas, comenzaron en 2008, y estuvieron al borde del fracaso por la complejidad de aunar criterios e intereses económicos y políticos, además del golpe de estado en Honduras, en junio pasado, que paralizó ocho meses las tratativas. Este nuevo tratado de la UE se suma a los suscriptos con Perú y Colombia, en medio de un conflicto que dividió a la Comunidad Andina, ya que estos gobiernos tienen una posición política común en defensa del liberalismo, mientras que Ecuador y Bolivia se oponen a circunscribir los acuerdos a simples pactos comerciales y no a políticas comunes con Europa a favor del desarrollo.

En este aspecto, países con gobiernos socialistas y populistas, como los encabezados por Rafael Correa y Evo Morales quedan relegados de un horizonte con un mercado de enormes proyecciones, con generación de empleo, por simples principios ideológicos. El presidente ecuatoriano ha cuestionado el tratado señalando "yo creo en el comercio, no en el libre comercio", en tanto Evo Morales descartó volver a negociar mientras la oferta europea se asemeje a los acuerdos firmados con Colombia y Perú.

No hay dudas de que estos países latinoamericanos ven pasar el tren de la historia, desde el andén doctrinario.