La peregrinación demoró casi una hora en salir desde la Catedral, y los chicos cantaron y bailaron durante toda la espera. Pero, ese derroche de energía no les quitó entusiasmo durante la caminata. Durante los tres kilómetros de recorrido cantaron y bailaron sin parar, contagiando la alegría a los adultos que participaron del evento.
La marcha se hizo a paso lento y ante una mezcla ensordecedora de cánticos. Es que cada grupo perteneciente a una parroquia cantó diferentes temas, aunque con el denominador común de que todos fueron en alabanza a Dios. Y a los cantos se sumó el ritmo de batucada y de cornetas y vuvuzelas que los chicos llevaron para ’hacer lío’ como dijo el papa Francisco.
Fue tanto el derroche de energía y adrenalina de los chicos, que la peregrinación hizo un par de paradas. Algunas fueron para que los peregrinos tomaran agua en los puestos que se instalaron a lo largo de la calle Mendoza, y la última para que tomaran un vaso de jugo y una tortita de merienda. Pero, en ninguno de estos descansos los chicos dejaron de cantar y saltar. Incluso ya en el Club Atlético Trinidad continuaron con la algarabía hasta la finalización de la misa.
