-¿Dormiste luego de la clasificación?
-No, me costó. Sentía las luces de la cancha en la cara. Daba vueltas y vueltas y mi esposa me decía “dormite”. Me terminé durmiendo a las 4.30 de la mañana.
-¿Con que se compara esta alegría?
-Es difícil compararla. Me genera mucha felicidad porque aparte con mi esposa esperábamos un partido así.
-¿Qué te dijo la gente?
-Casualmente vivo en Santa Lucía, a pocas cuadras de la cancha. Fui a hacer un par de trámites y los hinchas de Alianza no me querían ni ver. Incluso un diariero no me quiso vender el diario.
-¿Te generó cierta presión que Molina haya errado su penal?
-En un momento lo psicológico estuvo complicado pero yo le pedí a Dios que me dé un penal. Cuando falló Silvio y después el Teco me lo hace, no decaí. Gracias a Dios tuve la lucidez para atajar los otros dos.
-¿Qué sentiste después de atajar los dos penales?
-Sentí una alegría inmensa. El primer penal fue muy bien pateado por Uranga. Y el segundo me puse a hablar con el Toto porque ya lo conocía de Peñarol. Antes de los partidos nos quedábamos pateando con Cristian Pérez, el Toto y yo.
-¿Qué le dijiste antes de que pateara?
-Que no me patee al medio porque me iba a quedar parado. El se reía y cuando le fue a pegar abrió el pie y tuve la suerte de ir a ese lado. Hasta último momento pensé que iba al medio. Es más, Cristian (por Pérez) de la mitad de cancha me gritaba que me quede parado pero al último Dios me llevó a la izquierda, tuve una corazonada.
-¿Había que pasar como sea o la imagen futbolística también importaba?
-La imagen era importante porque, como el año pasado, se generó mucha expectativa. En Villa Krause todo el mundo está pendiente por el equipo. Con el correr de los partidos saldrá el espíritu de juego que tenemos.
-Agradeciste mucho a Dios tras el partido. ¿Qué significa para vos?
-Soy cristiano y en la tabla de valores primero está Dios, después mi familia y luego mi trabajo. En este momento mi trabajo es el Señor. Yo todo lo que hago se lo dedico a él.
