Con los cañones frente a la asediada Sirte, último bastión kadafista, y las tropas listas para su asalto, los rebeldes libios dieron un ultimátum de tres días para su rendición, mientras aceleran su actividad política y logística en Trípoli para normalizar la situación y enviar un mensaje de estabilidad.

Sólo la pertinaz resistencia de los jeques y líderes tribales de la referida localidad, cuna del todavía desaparecido líder libio Muamar Kadafi, parece ya preocupar militarmente al Consejo Nacional de Transición (CNT), convencido de que una vez que Sirte caiga, el resto de focos de resistencia desaparecerán. Una batalla que podría no librarse si la negociación que existe en curso llega a buen puerto o los responsables de la urbe costera ceden ante el ultimátum dado el ayer por las autoridades políticas y militares rebeldes.

Desde la ciudad de Bengasi, el presidente del CNT, Mustafa Abdulyalil, advirtió a los habitantes de Sirte que si no entregan las armas antes del próximo sábado, se lanzarán las operaciones armadas. “Esta es la última oportunidad. El plazo expirará el último día del Aid. A partir del sábado, si no se ha llegado a un acuerdo pacífico, pondremos en marcha la opción militar”, agregó antes de subrayar su esperanza de que los líderes entren en razón y se evite la sangre.

Más contundente se mostró el portavoz militar de los rebeldes, el coronel Ahmad Omar Bani, quien dio a entender que la batalla final “es inminente”. “Queremos que todos sepan que estamos militarmente preparados ya para la batalla que supondrá el final del conflicto. Aún perseguimos una solución pacífica, pero a partir del sábado nos emplearemos de manera diferentes para hacer frente a esos criminales”, advirtió. El coronel aprovechó su comparecencia antes los medios para lanzar también un aviso a Kadafi, a quien le recordó que “se cree seguro, pero debe saber que no tendrá nunca seguridad en ninguna parte de Libia”.