Humilde. Atento al otro, a las cosas simples. No escatima en agradecer las pequeñas cosas. Un baño caliente, un guiso recién preparado. Así es Eduardo Román, nieto de un yugoslavo que se instaló en La Boca, Buenos Aires. Este médico, que hoy es el jefe de la Terapia Intensiva del Hospital Italiano, nació en un conventillo. Orgulloso de sus orígenes se anima a afirmar que está donde está porque en Argentina pasa algo único: hay educación gratuita. Sus primeros pasos los hizo en una escuela salesiana y luego pasó a la UBA. Amante de la música (toca la viola), un apasionado de la historia, se decidió por la medicina.

Sus primeros pasos los dio en hospitales de zonas muy pobres. Contó que hasta tuvo que empujar una camioneta rastrojero que funcionaba como ambulancia. En el ’90 viajó a Estados Unidos para capacitarse en Terapia Intensiva y tres años después lo hizo para aprender a hacer trasplantes de pulmón. Fue él quien atendió a Gioja cuando fue derivado al Italiano, en estado crítico. En esos días de Terapia trabó amistad con el Gobernador. Sin pelos en la lengua, dice que coincide con él en la visión política del país. Y por eso aceptó la invitación. Además, porque es un amante de la naturaleza. Vinculado con el montañismo y un apasionado de las motos, recorrió buena parte del país y ya prepara su travesía desde Buenos Aires a Ushuaia.