Que todos los menores de 18 años tienen derecho a recibir una atención y protección especial es algo conocido y aceptado por todos hoy en día. Pero esto no siempre ocurrió así. Hasta finales de la década de los ochenta del pasado siglo, no todos los niños podían beneficiarse de una serie de derechos jurídicos imprescindibles para su protección. En la actualidad, la problemática de violencia familiar, bulling en la escuela, abusos sexuales, malostratos de distinta índole, falta de límites, hace que todo sea un combo explosivo difícil de sobrellevar para las familias. Es por eso que son los padres quienes tienen el deber de afrontar estas problemáticas para brindarles a sus hijos una mejor calidad de vida, además de una buena preparación para las futuras etapas de la vida. Es por eso que dos especialistas en el tema, como el psicólogo Rubén Castro y la psicopedagoga Karina Barbero, hablan sobre el tema, en el marco del Día Internacional de los Derechos del Niño, que se conmemora el próximo 20 de noviembre.

La psicopedagoga Karina Barbero (MP: 181), explica que para poder entender la infancia en la actualidad hay que realizar un pequeño recorrido histórico de la concepción de la niñez. Hasta finales del siglo XIII los niños no se encontraban caracterizados por una expresión particular, sino como hombres de tamaños reducidos, ya que cumplían las mismas funciones que el adulto, como por ejemplo: salir a trabajar para tener su propio sustento; en este periodo el niño fue desvalorizado, marginado y reprimido.

En la edad moderna aparecen los primeros escenarios de la infancia, dentro del ambiente familiar, se manifiesta un sentimiento hacia el niño y se los considera como a una criatura a la que hay que civilizar y educar. Por esta razón, los hijos de las clases populares son enviados a instituciones donde se les enseña la doctrina cristiana y aprenden oficios. Los niños sin familias son albergados en casas de expósitos, hospicios y asilos.

En la Edad Contemporánea el niño deja de ser un adulto en miniatura y obtiene un status propio como grupo social. En este periodo se aleja la infancia del mundo del trabajo y se expresa cierto afecto hacia los niños y con más exigencias y ambiciones con respecto a su futuro, donde se acuerdan actitudes de tolerancia e indulgencia con otras de severidad e intransigencia.

Los espacios de la niñez, comienzan a tomar cierta distinción y especialización, donde se plantean los principio y mecanismos de la educación actual y socialización de la infancia; el niño es un alumno escolar, es hijo que convive en una familia nuclear y es un niño que juega con su grupo, comparte juegos y juguetes específicos para la edad del desarrollo. Aunque, se podría decir que, los niños de antes jugaban más y con menos objetos, como por ejemplo: una latita podría ser un carro, las muñecas no necesitaban hablar, no habían mundos virtuales; se vestían como sus padres querían, no sabían de marcas y temían al reto y a la penitencia.

Problemática actual

Barbero explica que los niños de la actualidad son muy diferentes a los de antes en varios aspectos; tienen otra conciencia de sí mismos, ya no se perciben como entidades inexpertas y dependientes de los adultos, sino que se asumen como individuos independientes y capaces en muchas situaciones de arreglársela solos. Debido a la actual fragilidad de las normas y de la autoridad, los niños desarrollan nuevos comportamientos, que siguen, una "legalidad transgresiva".

Hoy los adultos y los niños se encuentran en pie de igualdad respecto de la información que manejan e incluso hay sectores donde los infantes aventajan a los mayores, por ejemplo en computación, internet y manejo de aparatos electrónicos, etc.

Resulta cada vez más difícil sostener los viejos significantes que acompañaban a los niños de la modernidad: obedientes, dependientes, heterónomos, inocentes, dóciles.

Con todo esto no se trata de decir que la infancia desapareció, que ya no hay niños, porque no sería verdad, lo que se puede decir es que existe una decadencia de la infancia moderna, que cambió hasta dar lugar a esta "Nueva Infancia".

Falencias en el hogar

Por otra parte, el mundo cultural y social de estos niños está impregnado por una fuerte estimulación visual y auditiva que, muchas veces, dificulta las construcciones simbólicas, a partir de la invasión de la televisión, de Internet y de los juegos por computadora.

Las escenas brutales o demasiado erotizadas que reciben pasivamente desde las pantallas exceden a veces la posibilidad de ser elaboradas psíquicamente. Sin embargo, es la ausencia del otro, del adulto que debería acompañar y que abandona al niño al exceso de la pantalla

El rol de la familia

La familia es la primera influencia y más poderosa en el aprendizaje temprano de los niños y de su desarrollo. Es de suma importancia entender que los niños se benefician cuando existen actitudes que sean respetuosas de la estructura familiar, la cultura, los valores, el lenguaje y el conocimiento.

* Es importante el aumento de la participación de la familia en el aprendizaje de sus hijos.

* Revisar nuestro pasado como niños.

* Hablar con amabilidad, sin expresiones groseras.

* Usar las fórmulas de cortesía para saludarles, pedirles favores o darles las gracias y pedirles disculpas cuando nos equivoquemos.

* Felicitarlos por sus logros y advertirles de sus errores en privado, nunca en público.

* Escucharlos con atención, interesarse por sus cosas y respetar sus gustos, sus amistades, etc.

* Observar el tipo de comunicación que se tiene con los hijos.

* Poder sentarse en el piso y jugar con ellos.

* Tomarse un ratito y a la hora de ir a dormir leerles un cuento.