Uruguay es el nuevo Rey de América. Una Selección que fue creciendo con el transcurrir de los partidos. Fue de menor a mayor. Y ese inicio que terminó con la consagración de ayer, tuvo su comienzo en San Juan. Acá fue su estreno. Ante un Estadio del Bicentenario colmado y con los sanjuaninos expectantes por vivir de cerca por primera vez una Copa América.
El 4 de julio la histórica jornada fue doble. Uruguay la abrió ante Perú (luego Chile enfrentó a México). El resultado fue un 1-1 que dejó muy poco para el análisis. Es más, en el global los incaicos fueron la sorpresa -que luego la ratificarían- por hacerle frente a unos de los candidatos lógicos que pasó por la provincia sin dejar su mejor imagen.
Esa noche, en la que el frío se apoderó de las 25.000 personas que asistieron, el elenco de Tabarez demostró desconcentraciones y estuvo lejos de ser el Uruguay campeón del continente y menos de aquel que finalizó cuarto en el Mundial del año pasado. Por ello no sorprendió que Perú, con el máximo artillero de la Copa, Paolo Guerrero, abriera el marcador. Que luego Luis Suárez igualó.
Fueron seis partidos para llegar al título. Y hoy se puede decir que las individualidades fueron determinantes en un equipo que cuando las acopló demostró superioridad por sobre el resto. Es decir nada de lo que evidenció en Pocito, porque aquel 4 de julio las individualidades uruguayas fueron menos que el juego grupal y sólido peruano, que se aprovechó de los errores de los del Río de La Plata. Esa noche, los chilenos cantaron contra los uruguayos y todo parecía jugarle en contra.
Quizá, pudo ser el detonante para la reacción. Darse cuenta a tiempo. Porque hilando fino y teniendo en cuenta que había sido su primer juego, demostró buen control de pelota, oficio, pero lo malinterpretó en los metros finales.
Y por eso hoy se pude afirmar que el crecimiento del nuevo campeón tuvo se llamado de alerta en San Juan. Hoy, entre tantos festejos, seguramente recordarán que luego del paso por nuestra provincia su juego cambió. Apareció Forlán, Suárez fue incontenible en el área, Muslera un brillante arquero, Lugano un señor en el fondo. Todos guiados por Tabarez, que hoy por hoy tiene el por qué de su apodo "Maestro". Uruguay, el campeón que recién lució en el final, empezó a sacarle brillo a su chapa en estas tierras, donde inició su camino a la gloria.
