Que el nombre raro y nuevo no confunda. Eslovaquia tiene una historia. Su pasado futbolístico está vinculado al de Checoslovaquia, una nación que, antes de su separación, había estado presente ocho veces en Mundiales. Los checoslovacos llegaron hasta la final en 1934 y en 1962, donde perdieron con Italia y Brasil, respectivamente. Pero desde 1993 cuando se convirtió en país independiente, le dejó el protagonismo con la pelota a la República Checa. Eslovaquia consiguió el boleto a Sudáfrica tras ganar el Grupo 3 en las Eliminatorias Europeas, que compartió con República Checa, Eslovenia, Irlanda del Norte, Polonia y San Marino. Sumó 22 puntos y se clasificó el Mundial en la décima y última fecha, cuando venció a los polacos por 1-0 como visitante. Ganó 7 partidos, empató 1 y perdió 2 (hizo 22 goles y recibió 10). Hoy está frente a la oportunidad de su vida y tratará de vencer a otro gigante, Holanda, para continuar su estadía en Sudáfrica.
