Anoche, el aire frío y las nubes ofrecían un clima poco feliz. Pero, desde el momento que José Luis Perales subió a escena, a las 21.30, en el interior del Estadio Cubierto Aldo Cantoni los termómetros estallaron como las almas de los más de 3.000 espectadores. Las baladas del siempre vigente cantante español le pusieron fuego a la velada, en especial, con los clásicos que enamoraron a generaciones y generaciones de parejas.
En su gran mayoría, mujeres mayores de 40 años, fueron las cómplices de este romance que él supo alimentar con sus diálogos, una puesta intimista y una muy buena musicalización. El éxtasis calentó el ambiente.
El cantautor de 71 años -que hace unos días sufrió un robo en Mendoza, antes de su recital en el Arena Maipú y ofreció una recompensa de 20.000 pesos para quien le devuelva su notebook- aterrizó en San Juan en el marco de la presentación de su disco Calma, producido por su hijo Pablo, de 38 años, que estuvo en la cabina de sonido.
Del repertorio nuevo, fiel al estilo que lo llevó al éxito hace más de 4 décadas, salieron: Y me marché contigo -con la que abrió-, En un banco de la calle, Al otro lado de las montañas azules y El reencuentro; un canto a esa querencia y también a la soledad, con poesías que mantienen su sello personal.
Calma, la canción que le da nombre a la placa, también llegó con una sentida introducción del artista: ‘Hay mucha soledad. Hay una tecnología que nos aleja, hay gente que va a cenar y no se habla. Estamos aprendiendo a ser solitarios y a querer siempre más. Y cuando llegó la hora de pensar en el nombre del álbum, pensé en algo que necesitamos todos y es: calma’
Las seguidoras recibieron de buen modo este flamante cancionero y no escatimaron en flashear y grabar al astro con sus celulares; aunque, en algunos casos, la tarea estuvo a cargo de los varones que fueron para acompañar y abrazar a su media naranja.
Sin embargo, los corazones de ellas repiquetearon cuando, entre novedad y novedad, fueron cayendo los hits, esos que las hicieron llorar, soñar y suspirar. Entre los más esperados, pasaron: Canción de otoño, con la que destacó que para quienes dicen que ‘Perales es triste’, la culpa es del otoño, estación en la que se sienta a esperar a sus musas frente a la chimenea; Te quiero con el corazón, Amada Mía y el infaltable Y como es él.
No hubo ositos, ni banderas, ni ropa interior arrojados al escenario, como se estila ahora con los artistas más jóvenes; pero moviéndose como pez en el agua en el género musical que supo hacer propio, lo que ofreció Perales fue un ritual dedicado a ese sentimiento tan universal y eterno llamado amor.
