El alcaucil estaba en su punto justo. Las habas, perfectamente mezcladas con el arroz, daban un toque especial, tanto para la vista como para el paladar. El aroma a azafrán era inconfundible. En pocos minutos, las enormes paelleras quedaron vacías. Y aunque, para la mayoría de los sanjuaninos estos ingredientes no se asocian a las paellas, ayer hicieron furor en el Centro Valenciano. Fue porque se llevó a cabo el 4º Concurso de Paellas, para celebrar el aniversario de la colectividad valenciana.

El premio fue degustar 6 variedades de paella, en las que se puso en juego la creatividad y la destreza para dar el punto justo al arroz. Fue ese uno de los detalles que tuvo en cuenta el jurado a la hora de elegir la mejor preparación. No es fácil dar el toque exacto a la cocción del arroz, el único ingrediente que tienen en común todas las paellas. El resto de productos se elige según la región en la que se prepare. Ayer, los paelleros apostaron a seducir al jurado, pero también agasajaron a sus familia y amigos. Es que el encuentro fue mucho más que un concurso. Eso es lo que pretende la colectividad valenciana en la provincia.

El toque exacto de sal. El sabor del arroz. La presentación. La combinación de los distintos ingredientes. Todo esto fue evaluado por un jurado que aseguró que la decisión no fue fácil. "Lo primero que hay que tener en cuenta es que el arroz conserve su sabor. Esto no es fácil. Es el último ingrediente que se coloca. El color también es importante. La elección del azafrán es fundamental", dijo Francisco Vallester, uno de los jurados. Pero el secreto de una buena paella, y lo más difícil de lograr, está más el tiempo exacto de cocción para que el caldo se consuma lo suficiente, dándole al arroz el punto justo. El agregado de sal suele ser una complicación, porque el exceso puede hacer que la paella se agresiva y pierda su sabor genuino. Este es otro punto complicado. Y en esto coincidieron todos los paelleros.

La presentación de las paellas puso en juego toda la creatividad de los concursantes. Una bandera española elaborada con pimientos rojos y hasta un árbol de naranja perfectamente diseñado con verduras, arroz y mariscos, hicieron que las preparaciones también entraran por los ojos.

Ninguno de los concursantes son profesionales de la gastronomía. Pero ayer, pusieron todo para mostrar sus habilidades culinarias. Algunos se animaron a cocinar solos, otros lo hicieron en familia. "Empezamos con los preparativos una noche antes. Hacer una paella lleva su tiempo", dijo Pablo Mulet, que obtuvo el segundo premio en sabor. Mientras que Juan Carlos Vallés, que se llevó el primer puesto, empezó a trabajar a las 11, para darle el punto justo a las 14,30.