�El presidente interino de Brasil, Michel Temer, asumió ayer sus funciones en una ceremonia sin pompas, en la que pidió confianza a los mercados financieros, al sector empresarial y manifestó su ‘respeto‘ por Dilma Rousseff.
‘Es necesario tener confianza en la democracia brasileña‘ y también en ‘la recuperación de la economía nacional, en los potenciales del país y en sus instituciones sociales y políticas‘, declaró Temer en un salón abarrotado por dirigentes políticos que hasta ayer estaban en la oposición.
La ceremonia no tuvo el calor popular que se respiraba en los actos de Rousseff, pero sí un ‘entusiasmo‘ con el ‘futuro que se abre para Brasil‘ que el propio Temer se ocupó de destacar. Tal vez consciente del delicado clima político, manifestó que es ‘urgente pacificar a la Nación y unificar a Brasil‘, y señaló que para eso es necesario ‘un Gobierno de salvación nacional‘, que tenga el ‘diálogo‘ como bandera y comience a ‘garantizar la retomada del crecimiento económico‘.
Manifestó su ‘convicción de que es preciso rescatar la imagen y credibilidad de Brasil en el concierto interno e internacional‘, a fin de que ‘los empresarios y los trabajadores se entusiasmen y se retome la seguridad de las inversiones‘. También propuso ‘incentivar de forma significativa las sociedades publico privadas‘ por su capacidad de generar puestos de trabajo, cuya recuperación será uno de los primeros objetivos de su gestión.
‘Para eso, es imprescindible reconstruir los fundamentos de la economía y mejorar el ambiente de negocios‘, así como enderezar las maltrechas cuentas públicas’, para lo cual ratificó su apoyo a una reforma del sistema de jubilaciones.
