Las figuras del fútbol local también la pasan mal por la delincuencia. A Jorge Luna, el volante del Club San Martín, y a su familia casi le desvalijaron su casa en Desamparados, Capital, ayer a plena luz del día. Entraron después que el jugador se fuera a entrenar y su mujer saliera a hacer trámites. Se llevaron alrededor de 55.000 pesos, dos relojes Rolex, dos televisores grandes y el último iPhone, entre otras cosas.

‘No me voy a quedar acá. Me voy a la mie… Aparte no me dejaron nada’, dijo molesto el futbolista, dando por hecho que se mudaba de esa casa de la calle Toranzo en el barrio Residencial que ayer fue blanco de ladrones. La Policía investiga la pista de un auto en el que cargaron el botín, además analizan la filmación de la cámara de una casa vecina que habría captado a la banda, dijo un investigador.

Luna no apunta contra nadie, pero afirma: ‘Para mí, los mandaron. Estos nos estuvieron vigilando’. Es que él salió en su coche a las 8.15 para dejar a su hijo en la escuela y después se fue entrenar al club. Su esposa partió a las 8.40, tenía que ir al médico. Fue ella quien luego regresó a las 10.20 y descubrió el robo.

Lo increíble es que se metieron a plena luz del día, siendo que muy cerca funciona una escuela y hay mucho movimiento en la zona. Los ladrones entraron por un pequeño portón situado al lado Norte de la casa y accedieron al fondo, donde rompieron una puerta ventana y el sistema de alarma que no estaba funcionando.

Al único lugar que no ingresaron fue a la cocina. En el resto de la casa revisaron todo. Llamó la atención que no se llevaran la ropa y las decenas de zapatillas y botines del jugador. Pero claro, tomaron las cosas de más valor. Del comedor robaron un Smart TV de 65 pulgadas y otro de 32, y una Play Station 4. De los dormitorios sustrajeron siete costosos relojes, entre ellos dos Rolex, alhajas, el último iPhone 7, unos 40.000 pesos y 1.000 dólares que la pareja guardaba entre la ropa. Podrían ser más cosas, pero Luna y su mujer estaban tan indignados que no tenía ganas de seguir mirando qué faltaba.