Esa es la impresión que saqué después de entrevistarlo sobre el tema de la inmigración y de las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica. Rubio -quien, de ser nominado como candidato a la vicepresidencia sería el primer hispano en una fórmula presidencial- se ubicó a una distancia prudencial de las posturas de línea dura mas extrema que apoyan sus colegas conservadores en el Congreso.
En lo que toca a la inmigración, Rubio se ha opuesto al Dream Act, la propuesta del presidente Obama que les daría una vía hacia la ciudadanía a mas de un millón de de estudiantes indocumentados que llegaron al país de niños. Sin embargo, está promocionando una ley que ofrezca a esos jóvenes una vía hacia la residencia legal, aunque no a la ciudadanía. Dijo que "hace falta un poco más de compasión” hacia esos jóvenes indocumentados.
Cuando le pregunté si Romney no se ha ganado la enemistad de los latinos al abrazar de lleno la ley antiinmigratoria de Arizona y pedir la "autodeportación” de los mas de 10 millones de residentes indocumentados, Rubio hizo una serie de piruetas verbales para evitar criticar al probable candidato de su partido. Dijo que las declaraciones de Romney sobre la inmigración durante las primarias "reflejan la legítima frustración ante un problema inmigratorio que se ha salido de control”, y agregó que los medios no han prestado suficiente atención al "vigoroso apoyo de Romney a la inmigración legal”.
Cuando lo presioné sobre las posturas y el tono antiinmigrante de su partido, Rubio admitió que "hay voces minoritarias dentro del Partido Republicano que han empleado una retórica muy negativa”. Agregó que su alternativa a la propuesta de la Dream Act "es una gran oportunidad para que el partido republicano empiece a adoptar una agenda positiva sobre el tema inmigratorio”. Según una encuesta del Pew Research Center, el presidente Obama le gana a Romney por 67% contra el 27% entre los votantes latinos. Esa diferencia ha hecho aumentar las especulaciones de que Romney escogerá a Rubio como candidato a vicepresidente.
Cuando le pregunté si apoya una propuesta de sus colegas conservadores de la Cámara de Representantes, que piden la adopción de "tácticas de antiinsurgencia” para combatir una supuesta "insurgencia terrorista” en México, Rubio dijo que no calificaría a los cárteles mexicanos la droga de grupos "terroristas”, porque carecen de agenda política.
Si el nuevo Rubio logra romper el actual impasse en el Congreso sobre la inmigración, será mucho más que un político seductor. Será visto como alguien capaz de destrabar la polarización parlamentaria, y se convertirá en una superestrella de Washington por sus acciones. Lo sabremos muy pronto.
