A eso de las 4 de la tarde, empiezan a regar la cancha. Y aunque el pasto está muy lejos de verse, al menos el agua sirve para asentar la tierra. Sólo pasan algunos minutos desde que termina el horario de clases hasta que los chicos empiezan a aparecer con los botines a cuestas. El ritual se repite todas las tardes desde hace más de 50 años en el Club Sportivo Colola, que está en la localidad iglesiana que lleva el mismo nombre. Gracias a él, el pueblo se hizo conocido. Es que para los cololinos, la pelota y el potrero son el motor que mueve el pueblo.

Polvareda y piernas entrelazándose para tocar una pelota contrastan con las tablas de windsurf que surcan, a pocos metros, el espejo de agua del dique Cuesta del Viento. Y no importa si hace frío o sopla viento Zonda. Sobre todo si es domingo y hay que hacer el aguante al equipo. "Todos juegan al fútbol, de una manera u otra. Con pelota de cuero o de trapo. Con botines o alpargatas. A veces, hasta una botella de plástico sirve para armar un partidito en la calle", dice Felipe Torres, el presidente del Club Sportivo Colola.

Y es por esa pasión que los jugadores que pasaron por la Primera del club son recordados en el pueblo, como si fuesen próceres. Los "percherones" Poblete, Roberto Godoy, Wilson Poblete o Rubén Ge. La pasión se trasluce hasta en las leyendas que hay en las paredes del club. "La gloria Iglesiana" es una de las frases que más resumen lo que significa el equipo cololino para su gente. La muestra está en la cantidad de trofeos que hay en el club. Relucientes, expuestos para que nadie se olvide de que fue el que más campeonatos ganó en el departamento, y el único de los 10 equipos de la Liga Iglesiana que pudo jugar la Copa de Campeones. Y de esto, los cololinos llevan la cuenta a la perfección.

Hay quienes afirman que Sportivo Colola es un verdadero semillero de buenos futbolistas. Dos jugadores de las inferiores están probando suerte en Buenos Aires, en el club Argentino Juniors. Y con la misma esperanza, una treintena de chicos que no superan los 10 años asiste cada tarde a la escuelita que funciona en el club.

El amor por el club se fortificó en los últimos años, dicen los cololinos. Será que es uno de los pocos pedazos de historia que no quedó bajo el agua. Es que en 1998, buena parte del pueblo, que estaba en el llamado Bajo Colola, fue devorado por las aguas del dique Cuesta del Viento, tras su habilitación. Más de 20 familias habían emigrado con anticipación a distintos puntos del departamento, porque todo quedaría bajo el agua. Lo que nunca dejaron fue su fanatismo por el club.

Hace tres años, por disposición de la AFA, tuvieron que crear otro club de fútbol, para que siguiera existiendo la Liga Iglesiana. Fue entonces que crearon el club Los Coloraditos. "Mucha gente tuvo que dividir su corazoncito entre ambos clubes. De todos modos, por su historia, el Colola es el que más sigue pesando. Habrá que ver qué pasa con los años", dice Raúl Ramos, ex jugador del Sportivo Colola.