¿Qué son las alergias estacionales? Desde el punto de vista alergológico, las alergias estacionales son aquellas que se manifiestan en determinadas épocas del año debido a la presencia de alergenos propios de la misma. Un ejemplo son las alergias a pólenes que predominan, según las especies vegetales, desde el mes de septiembre a marzo, es decir, en primavera y verano del hemisferio Sur. Este grupo comprende pólenes anemófilos (por su pequeño peso y tamaños son fácilmente diseminados por el viento) de ciertos árboles y de numerosas malezas y pastos. Provienen generalmente de flores poco aparentes, carentes de perfumes, néctares y colores llamativos. Ejemplos de éstos son la gramilla común (Cynodon dactilum) o la Altamisa (Ambrosia elatior) común y ampliamente extendidas en muchas regiones de la Argentina. Otro aspecto diferente es la exacerbación o incremento de síntomas que sufren algunos enfermos alérgicos en las estaciones que predominan los cambios de temperatura como es primavera y otoño pero que también suceden en invierno y aun en pleno verano. Generalmente son personas que sufren alergias en toda época del año y que en las estaciones mencionadas sufren con mayor frecuencia e intensidad sus síntomas alérgicos, generalmente desencadenados por cambios bruscos de temperatura y humedad o estados virales que afectan principalmente las vías aéreas superiores e inferiores.
Tratamientos y avances
El tratamiento racional y que más resultados positivos ofrece a los alérgicos debe ser consecuencia de un estudio exhaustivo y detallado en manos de un especialista debidamente capacitado. Para este fin el médico alergista cuenta con una batería de sustancias para realizar pruebas cutáneas, dietas de eliminación, provocación y sustitución, estudios de laboratorio para posibles alimentos alergénicos, pruebas funcionales como Espirometría para el asma bronquial, análisis de laboratorio específicos como es la determinación de anticuerpos de alergia en el suero del paciente (Rast, Elisa) que permiten arribar a un diagnóstico causal en la gran mayoría de los casos. Una vez obtenido este resultado, el tratamiento debe realizarse teniendo en cuenta cuatro recursos terapéuticos:
1. Inmunoterapia con alergenos: es decir, vacunas dirigidas a desensibilizar a las sustancias a las cuales el paciente está alergizado y que se relacionan directamente con su enfermedad; ejemplo: ácaros, hongos, pólenes, venenos de insectos. En dosis paulatinamente crecientes, su finalidad es estimular una respuesta inmunológica favorable para desensibilizar al paciente y disminuir hasta anular su capacidad de reaccionar. Es la terapia más efectiva y de resultados más prolongados a largo plazo.
2. Medicamentos preventivos: Debido a que las alergias son enfermedades inflamatorias con características propias que las diferencian de otras inflamaciones, en los últimos quince años se han desarrollado medicamentos muy efectivos de acción tópica, contenidos en aerosoles, nebulizaciones, dispositivos de polvo seco, spray, etc., hacen que muy pequeñas cantidades de droga lleguen a los bronquios o fosas nasales. Allí ejercen una acción desinflamatoria sumamente efectiva y con nulos o muy escasos efectos secundarios. Un ejemplo de estas drogas son los corticoides, tan temidos por muchos enfermos pero que de esta forma resultan extremadamente efectivos, con nulos efectos secundarios en las dosis medias indicadas. Deben recetarse cuando las características de los síntomas justifiquen su indicación y a pacientes bien entrenados por su médico. Cuando se decide su indicación debe ser en períodos relativamente prolongados de tiempo hasta lograr una estabilización del cuadro alérgico. Para ello los envases comerciales obtenidos en farmacias traen dosis para uno o más meses de uso.
3. Medicamentos Sintomáticos: Son remedios para recetarse en los momentos agudos o de exacerbaciones de la enfermedad, es decir, medicamentos destinados a aliviar crisis de asma, rinitis y o conjuntivitis alérgica, eccema del lactante o urticaria generalizada. Comprende antihistamínicos y actualmente alcanza una sola dosis diaria para que, sin causar somnolencia, alivien a muchos pacientes. Antiasmáticos broncodilatadores, corticoides inyectables o por vía oral, de fundamental importancia para los momentos agudos de la enfermedad; antibióticos, fluidificantes de las secreciones bronquiales; cremas para uso dermatológico conteniendo corticoides, antibióticos, etc.
4. Control ambiental: Cuando se identifican alergenos ambientales de lugares cerrados, como en la sensibilización a ácaros y mohos, se aconsejan una serie de medidas tendientes a disminuir la exposición de los mismos.
Controlar los factores
Existen prácticas y fáciles de realizar, con bajo costo económico y resultados beneficiosos, que comprenden:
a)Polvo ambiental: eliminarlo y evitar su acumulación en la casa, principalmente en los dormitorios por medio de aspiradoras y trapos húmedos, evitando escobas y plumeros y ventilando con frecuencia frazadas y otras prendas de lana.
b)Hongos: casas húmedas y poco ventiladas favorecen el desarrollo de hongos en paredes, rincones, baños y cocinas, eliminar con lavandina (lejía) concentrada o soluciones fungicidas.
c)Dormitorios: evitar colchones, frazadas, almohadas y ropa de cama de lana y de plumas, tienen grandes cantidades de "ácaros". Hoy se aconseja utilizar elementos hipoalergénicos, ya que en el mercado encontramos todos los elementos de cama para alérgicos. Los peluches en las habitaciones de los chicos no pueden estar.
d)Evitar: valijas, bolsos, juguetes, etc. en el techo de roperos, como también adornos y estantes con libros y otros muebles superfluos del dormitorio. Deben llevarse a otras habitaciones de la casa al igual que ropa de la estación contraria que no se usa.
e)Animales domésticos: los alérgicos pueden tener mascotas en sus viviendas evitando el estrecho contacto y la entrada al interior de la casa. Bañarlos periódicamente disminuye su capacidad alergénica.
f)Cigarrillos: el humo de su combustión es el contaminante ambiental más importante de las viviendas, nadie debe fumar en la casa de un alérgico. En lugares que más frecuenta el paciente evitar humos, insecticidas y aerosoles en general.
g)Alergenos: evitar los que el paciente identifica como causas de su enfermedad, polvos, pólenes (evite cortar el césped o estar cerca si lo hace otra persona), hongos, etc.
h)Factores: como frío, cambios bruscos de temperatura, infecciones respiratorias, estados de ansiedad y problemas que angustian al paciente, favorecen con marcada frecuencia el inicio o incremento de síntomas, especialmente del asma y cuadros alérgicos rinosinusales.
Prevención
La mejor forma de prevenir las exacerbaciones de las enfermedades alérgicas en épocas de cambios climáticos se realiza con un correcto diagnóstico causal de la enfermedad y el tratamiento correspondiente con los recursos básicos anteriormente mencionados. Al respecto, es importante remarcar que en los casos con características de exacerbaciones estacionales se ajusten adecuadamente las dosis de medicamentos antiinflamatorios, ya sea de corticoides tópicos como única droga o asociados a broncodilatadores de acción prolongada.
No obstante, es importante que el paciente esté debidamente inmunizado según su edad. Los niños deben tener siempre actualizado su cronograma de vacunación. En los adultos y particularmente en pacientes de tercera edad o personas afectadas de cuadros severos, la inmunización contra la gripe y las neumopatías debe ser estrictamente respetada.
