Las pruebas para demostrar si la sábana envolvió a Cristo comenzaron en 1898, después de que un fotógrafo le hiciera una foto y se diera cuenta de que las imágenes negativas representan el cuerpo y la cara de un hombre crucificado. Pero en 1988, una prueba de carbono 14 determinaba que “aparentemente” el lienzo procedía del siglo XIII después de Cristo.

Esas pruebas de fechas de carbono de laboratorios de Oxford, Zurich y Arizona en 1988 causaron sensación al datarlo entre 1260 y 1390, lo que significaba que era un fraude y no podía ser la sabana del sepulcro de Cristo.

Sin embargo, los científicos no han logrado explicar cómo fue plasmada la imagen en el lienzo. La mayoría está de acuerdo en que no podría haber sido pintada o impresa y algunos han dicho que las pruebas de 1988 pueden haber sido defectuosas y los resultados alterados por bacterias incrustadas en el transcurso de los siglos.

Pero en 1998 hubo un estudio más eficaz en el que se analizaron 15 fibras extraídas de la muestra usada.

En las conclusiones finales, los investigadores señalaron que la figura que aparece en el lienzo “no se ha producido con medios artificiales y no es una pintura, ni un objeto impreso”. Agrega que, en opinión del equipo, “es un lienzo que ciertamente ha envuelto el cadáver de un hombre flagelado, coronado de espinas, crucificado con clavos y traspasado su costado por una lanza”.

Además, consideran que “hay una perfecta coincidencia” entre la verdadera antigüedad del lienzo y las narraciones de los cuatro Evangelios sobre la Pasión de Cristo y algunas circunstancias del suplicio del hombre de la Sábana Santa”.

Asimismo, expresa que “con todas las valoraciones efectuadas, se llega a una probabilidad entre doscientos millones de que el hombre que fue envuelto en ese sudario no fue Jesús”.