Cuando los chicos de primer grado de la escuela Eleazar Videla, ubicada en una zona rural de Pocito, llegaron por primera vez a la sala de computación del Excellence College de Rawson descubrieron un mundo que convive en su cultura pero alejado de su realidad. Claro que lo mismo pasó a la inversa, cuando los chicos de Rawson de ese colegio privado visitaron el otro establecimiento público ubicado en calle 12. No podían creer que una escuela tuviera un jardín lleno de flores, una huerta, un pequeño vivero, que estuviera rodeada de viñedos y hasta que un tero atravesara el patio.
Los kilómetros que separan a estos chicos son ínfimos pero en cuanto a las vivencias la distancia es abismal. Todo surgió gracias a un proyecto denominado "Hacia un mundo compartido", que tiene como finalidad el intercambio de experiencias de hábitos, costumbres, juegos, tecnología, y sobre todo el cuidado de la forestación y el medio ambiente.
En este contexto de hermandad, de afectos compartidos, los chicos y las maestras la semana pasada realizaron una tarea conjunta en el Cerro Carmelo (ubicado por calle 11 en la zona de la precordillera): plantaron decenas de árboles en este mirador que permite tener una visión de la ciudad de San Juan y hasta del paredón del dique de Ullum. Una verdadera postal.
En caravana llegaron padres, maestros, niños, un técnico del INTA, Marcelo López, que dio instrucciones sobre cómo plantar las especies -algarrobos, aguaribay y cina cinas-, y funcionarios departamentales.
Tanto las docentes, Mariela Rueda y María Eugenia Villavicencio del Excellence, cuya directora es Nancy Gómez, como Francisca Font y Nancy Lomas de la Eleazar Videla tenían, desde hace tiempo, la idea de fomentar este tipo de encuentro, que si bien tiene como prioridad el cuidado del medio ambiente también es un disparador para que los chicos conozcan otras realidades.
"Hemos tenido tres encuentros, en el primero hablaron de la familia, el trabajo de sus papás, nuestros chicos se sorprendieron de que los alumnos de la otra escuela tuvieran muchos hermanos, además todos llegan a pie o en bicicleta desde lugares alejados. Pudieron sembrar la tierra y hasta trajeron un plantín de repollo que muchos conservaron y mostraron cuando los recibieron de visita en nuestra escuela. Una experiencia muy rica para todos", cuenta María Eugenia Villavicencio, maestra de primer grado del Excellence.
También los padres tomaron cartas en el asunto, tanto que una mamá donó una computadora para los chicos de Pocito que hasta ese momento no habían tenido contacto con la tecnología.
Por primera vez, tocaron un mouse y usaron una compu, un momento para ellos inolvidable, ya que las docentes prepararon un pequeño curso introductorio acompañado de una merienda.
El intercambio fue mutuo porque muchos chicos del colegio privado nunca habían tenido la oportunidad de plantar semillas en una huerta o de plantar árboles y conocer la importancia de la forestación en una provincia semi-desértica.
El compromiso de los docentes en la temática ambiental llega al punto de que los chiquitos de primer grado del Excellence cerrarán el próximo 1 de diciembre el año lectivo con una representación de un cuento que pinta todo de gris hasta que llega un gato a pedirle al hombre que le de color a ese mundo. En otras palabras dejaron el mensaje que si todos aportan algo el ambiente será mejor para las generaciones presentes y futuras.
Experiencia Pocito
Francisca Font, más conocida como Paquita, con 26 años de docencia con especialidad agropecuaria, integrante del Foro del arbolado público provincial, y una férrea defensora del medio ambiente, junto con Nancy Lomas, otra docente propulsora de los derechos ambientales, fueron las precursoras del vivero en la escuela Eleazar Videla, de la huerta y de la campaña contra los incendios forestales.
"En San Juan hay muchas escuelas primarias con educación agropecuaria en los departamentos, incluso en zonas urbanas. Eso es muy importante para la provincia y las maestras debemos aprovecharlo para que los chicos aprendan a plantar y a producir alimentos", dice Paquita.
La escuela Eleazar Videla tiene 130 alumnos en total (seis grados nada más), de los cuales 30 son de primer grado, los que, precisamente, intervienen en este proyecto apoyado por la directora Norma García.
La huerta es orgánica, en el vivero tienen plantines de álamos y sauces que luego serán utilizados para forestar. Además en macetas seleccionan y cosechan semillas de aguaribay que una vez que alcanzan el tamaño adecuado también son usados con el mismo fin. También trabajan en el invierno con sus papás. En esa época cortan las estacas luego las llevan a la escuela para hidratarlas y en primavera ya están listas.
"Recibimos mucho apoyo de la municipalidad de Pocito, desde el traslado de los chicos hasta la donación de árboles, algo que creemos importante porque todas las partes deben intervenir. También el INTA nos brinda ayuda permanente con asesoramiento técnico a través del programa Pro Huerta. Así los chicos pueden trabajar, sin ir más lejos cosechan los vegetales de la huerta y cada uno lleva a su casa una bolsa con lo producido. La semana pasada hemos cosechado todas las habas y las cebollas", dice Paquita Font.
En esa escuela todo apunta al medio ambiente, al punto que los integrantes del coro interpretan canciones alusivas a este tema.
La idea, en ambos colegios, es que los chicos aprendan a amar la tierra y a cuidarla como algo que es "nuestro".
