Vueltas y vueltas y vueltas en el aire… A sus apenas 11 años, Ezequiel Díaz deja con la boca abierta al público cuando su primo lo lanza desde sus pies y él empieza a girar en el vacío; como una de las máximas atracciones del Circo Montreal, que abrió su carpa el viernes pasado y se quedará durante el receso invernal en Hiper Libertad (con funciones viernes a domingo a las 17, 19 y 21, y lunes a jueves a las 17 y 19, con entradas desde $100).

Sus días no son como el de cualquier niño, cursa sus estudios en el lugar que aterrice el circo, las amistades nunca son para siempre y su lugar en el mundo es pasajero, donde el gran coliseo detiene su andar. Su mamá también tiene su rol, ella es partenaire; el único que no es parte de ese universo es su papá, que vive en Córdoba.

Y así, chico como es, ya tiene una rutina diaria. Su jornada arranca a las 9,30. A esa hora ya está listo para salir del hotel en el que está hospedado junto al resto del elenco, ya que no llegaron de Chile los carromatos en los que habitualmente se ubican. Más tarde, empieza con sus ejercicios de coordinación y a colaborar en el armado, "porque acá, cada uno tiene asignada una tarea y cuando termina el show también me ocupo de cubrir la cama elástica", expresó el mini volador trashumante, que en sus horas libres se dedica a jugar al fútbol en la Play Station, ir al cine o hacer amigos.

"Él nació en el circo, es cuarta generación de artistas", indicó Noé Tejedor, la directora artística de la producción. Por su sangre circula la adrenalina de los cirqueros que saltan sin red, hacen equilibrio en diferentes superficies y se ponen la nariz de payaso para someterse a la difícil misión de conquistar la risa de la platea. Esa es su vida y le gusta.

Fue a los 3 años que descubrió ese mundo. Todo empezó como un juego. Así fue perdiendo el miedo y esa cosquillita en la panza que sentía cuando era expulsado al aire. "Me dio un poco de nervios al principio, pero ya no", dijo entre risas pícaras.

Hasta que su debut profesional llegó cuando rayaba los 6 añitos y hoy es parte del staff profesional.

El doble salto mortal, el peligroso icario que realiza cuando su primo Emanuel lo dispara a las alturas (ver foto), las volteretas, el monociclo; son sus fuertes dentro del espectáculo. Y a su corta edad se ha convertido en el galán de las nenas que van con su familia. "Cuando me piden autógrafos, yo se los doy, es lindo eso", dice con algo de vergüenza quien luego de la función repone energías con su comida favorita: las milanesas, escucha música o se pierde en los canales de documentales.

Pero "cuando sea grande", como confesó, quiere saltar en la cama elástica. "Yo ya sé que quiero dedicarme a esto, siempre", apuntó el pequeño gran acróbata, muy seguro de su futuro.