La Patagonia tiene rutas solitarias y también algunas de singular belleza que ofrecen magníficos escenarios fuera del circuito tradicional. Uno de esos tesoros es la Ruta 41, conocida también como el Camino de Monte Zeballos, que parte de la localidad santacruceña de Los Antiguos.
Existen varias particularidades que lo convierten en un itinerario único: en primer lugar, se destaca por ser el camino más alto de Santa Cruz, que trepa desde los 200 metros hasta los 1.500 metros sobre el nivel del mar en el sitio llamado El Portezuelo. Transitarlo lleva a descubrir el pico más elevado del territorio provincial, el monte San Lorenzo, de 3.706 metros.
Lo que realmente sorprende en el recorrido es la variedad y heterogeneidad de paisajes. A lo largo de 165 kilómetros se suceden lagos, ríos, cerros, estepas, formaciones volcánicas de exótica fisonomía y bosques de lengas. El trayecto se presenta como una visita imperdible para quienes gustan conducir por sendas poco exploradas, a la que se pueden sumar caminatas y cabalgatas.
El Camino del Monte Zeballos es la principal excursión alternativa que brinda Los Antiguos. En el noroeste santacruceño, lindante con la frontera con Chile, esta pequeña población, de alrededor de cinco mil habitantes, se desarrolla en un valle fértil rodeado por la cordillera de los Andes.
El punto de partida hacia el Zeballos es el mirador del río Jeinimeni, emplazado a dos kilómetros del centro, desde donde es posible apreciar la región chacarera, las típicas alamedas del pueblo que resguardan del viento y el lago Buenos Aires coronado por la cumbre nevada del cerro Castillo.
La ruta fluye entre los cañadones de los ríos Jeinimeni y Los Antiguos regalando instantáneas diferentes del majestuoso lago que va quedando atrás. En el kilómetro 22 surge un punto panorámico natural y un par de kilómetros más adelante la formación geológica "Toscas Bayas" caracterizada por paredones de roca sedimentaria.
A partir de allí, el periplo abandona la aridez esteparia para dar paso a faldeos boscosos de lengas y ñires, conformando una parada ideal para respirar aire puro y hacer una pequeña caminata por senderos vírgenes.
Con la compañía de un guía es posible emprender un trekking de aproximación a estos curiosos conos de roca erosionados por el viento. La caminata demanda alrededor de una hora, en medio del silencio y un paisaje que asemejan a una postal lunar.
De regreso al camino, aguarda el punto más alto de la travesía, El Portezuelo, que asombra al visitante por la ausencia completa de vegetación y por sus formaciones de lava que asemejan pircas que rodean una gran cascada de deshielo. Es que gran parte de este lugar está asentado sobre lo que antiguamente fue el interior del cráter de un volcán. En un día despejado, en este desolado paso es posible ver el monte San Lorenzo.
(Fuente: Le Mot y Secretaría de Turismo de Los Antiguos).
