84 años de edad. 60 de carrera. Más de 600 canciones, entre ellas varios clásicos: Si se calla el cantor, Piel morena, La villerita, Volver en vino y Romance de Plumas Verdes. 15 discos de Oro y 10 de Platino. Más de 20 Luna Park. Premios como el Konex Platino (1985) y el Gardel a la trayectoria (2005). Estos son algunos logros que pintan la obra de Horacio Guarany, uno de los pioneros del Festival de Cosquín (1961) y el primer folclorista argentino en ingresar a la ex URSS, en 1957. Pero también hay otras experiencias que fueron moldeando la impronta del legendario “Potro”. Nacido en el chaco santafecino como Eraclio Catalín Rodríguez -su verdadero nombre-, hijo de un hachero correntino de sangre indígena y de una española, y penúltimo de 14 hermanos; desde su humilde infancia se abrazó a la poesía y a la música. A los 17, siguiendo sus sueños de cantor, llegó a una pensión de Buenos Aires. Hizo boleros, tango y folclore en bares, conoció necesidades y pasó por todos los oficios para sobrevivir, desde cocinero de un barco hasta criador de gallos de riña.

Con estilo propio y popular y un puñado de canciones folclóricas donde le cantaba al amor, a los trabajadores, a las injusticias y a la lucha, llegó a Radio Belgrano en 1957, oportunidad que cambió su rumbo. Comenzó a transitar festivales por todo el país, de los que se hizo habitué. En 1972 filmó su primer película, Si se calla el cantor, con Olga Zubarry, a la que siguió La vuelta de Martín Fierro. También convirtió su casa en “El templo del vino”, suerte de centro cultural donde se reunían los artistas de la época. Pero luego vendrían las persecuciones, las prohibiciones (sus temas Sangre de Minero, La guerrillera y Estamos prisioneros, entre otros, fueron censurados) y el exilio en Venezuela, México y España. En diciembre de 1978 volvió al país. Al mes le pusieron una bomba en su casa. Pero se quedó y su refugio fueron los escenarios del interior. Con la democracia regresó a los recitales y a la TV. A principios de los ´90, y desde su finca “Plumas Verdes” en Luján, publicó tres novelas: El loco de la guerra, Las cartas del silencio y Sapucay, que el año pasado fue llevada al cine, en San Luis, con su protagónico y bajo el título El grito en la sangre.