Un breve reconto
El Costa Concordia es un crucero propiedad de Costa Cruceros construido en Italia. El nombre de "Concordia" promovía el deseo de continuar la armonía, unidad y paz entre las naciones europeas.
Entró en servicio en julio de 2006 y fue el barco más grande realizado en Italia, con 114.500 toneladas (74.000 más que el Titanic); 2.000 metros cuadrados; 290 metros de eslora, 36 metros de manga y 52 metros de altura.
El ticket básico de 1.400 euros por siete noches a bordo, incluía toda clase de comodidades para los turistas que ocupaban los 1500 camarotes del barco.
El 13 de enero de 2012 la nave encalló y abrió en su casco numerosas vías de agua de grandes dimensiones, lo que le llevó a quedar fuertemente escorado en aguas someras frente a la isla italiana de Giglio, en la costa de la Toscana, en el mar Mediterráneo, con las graves consecuencias de al menos 15 muertos, hasta el momento 16 desaparecidos y 4.200 evacuados.
Actualmente el buque permanece varado y semihundido frente al puerto.
Las pérdidas económicas se calculan en torno a los 93 millones de dólares, desconociéndose aún si se puede considerar el buque completamente perdido.
El capitán que gobernaba el buque se llama Francesco Schettino y es el principal imputado en la tragedia, ya que se demostró que abandonó el barco entre los primeros y engañó al comandante del puerto de la isla de Giglio. Actualmente, Schettino se encuentra en arresto domiciliario e imputado por tres delitos, entre ellos no alertar a los pasajeros para que salieran de la nave a tiempo y abandonarlos a su suerte.
Se dice de él
Guillermo Felamini (26) es sanjuanino, y en 1997 se fue a vivir a Italia, en la provincia de Biella, región del Piamonte junto a su madre, también sanjuanina, que se había radicado allí un tiempo antes. Actualmente tiene al resto de su familia aquí, por lo visita periódicamente San Juan. La última vez que lo hizo fue en 2010.
Es empleado bancario y había comenzado sus vacaciones. Jamás había subido a un crucero, por lo que le pareció una buena idea vivir esta experiencia. Nunca imaginaría que un día y medio después sucedería lo que pasó.
El viaje lo hizo junto a un amigo y resolvieron hacerlo en Costa Concordia porque es la compañía más importante de Italia, por lo que el éxito del paseo estaba asegurado.
Guillemo relata en primera persona como se desarrollaron los acontecimientos que teñirían de luto las costas del mar Mediterráneo.
El relato
-¿Cuándo supiste que algo andaba mal?
-Nosotros subimos a la nave el jueves al mediodía, pero la navegación es a la noche así que no se ve demasiado en el exterior. Estábamos en el cuatro piso, donde está el comedor, preparándonos para cenar porque era nuestro turno. A las 21.40 sentimos el primer impacto.
-¿Qué fue lo primero que sintieron?
-La sensación fue que la nave se inclinó hacia el lado opuesto de donde esta ahora. Primero sentimos el ruido de los platos que se rompían. Inmediatamente vino un segundo golpe y comenzamos a caernos de las mesas. Todo pasó muy rápido y se mezclaban los sonidos: el ruido de los platos; los gritos de las mujeres y las bebidas y las mesas que se nos caían encima.
-¿Qué hiciste vos?
-Mi amigo se levantó y junto a otros chicos con los que compartíamos la mesa salieron corriendo. Yo les dije que esperáramos a que nos dijeran algo.
Cuando se inclinó más se cortó la luz, entonces tomé de las manos a este grupo y nos pegamos a la pared.
Salimos y esperamos. Pasó una hora, estábamos a oscuras, con mucho frío porque hacían entre 6 y 8 grados y llevábamos sólo camisa porque era noche de gala, hasta que dijeron que se trataba de un problema eléctrico.
-¿Tomaste conciencia que se trataba de un naufragio?
-No, es lo último que me pasó por la cabeza. Recién me di cuenta cuando llegué a tierra, vi que la nave estaba encima de las piedras, porque cuando bajamos estaba todo oscuro y no veía donde estábamos.
-¿Pudiste buscar alguna de tus cosas?
-No, no me quise arriesgar aunque dijeron que podíamos ir por ellas. Mi camarote estaba en el séptimo piso y el punto de encuentro para evacuar era el cuatro, justamente en el que estaba el comedor, donde yo estaba en ese momento. Como la luz se había cortado un rato antes, pensé que podía volver a pasar, y los recorridos eran largos y las escaleras estrechas, sumado esto a que había más de cuatro mil personas bajando y corriendo por todos lados. Era imposible llegar de nuevo al cuatro piso. Además nos decían que era sólo un problema técnico.
-¿Conociste personalmente a Schettino?
-No, pero me hubiera gustado. Sólo lo vi.
-¿Alguien ayudaba con la organización?
-Nadie. Había 1.013 tripulantes de abordo y no apareció ni un marinero.
Incluso no teníamos chalecos salvavidas porque recién los dan cuando suena la sirena de abandono y el capitán había resuelto esperar para hacerlo.
Unos españoles rompieron un armario donde estaban y cuando se cayeron al suelo logré sacar uno y ponérmelo, así logro mi chaleco salvavidas.
-¿Qué te generó más impotencia?
-La falta de organización y el abandono de la compañía en todo momento. Esperamos afuera una hora y media en la oscuridad y el frío, hasta que finalmente sonaron las alarmas y pudimos subir a los barcos que nos iban a llevar a la isla, pero el buque ya estaba muy inclinado y había gente que caía al mar.
Fue tanta la negligencia que incluso estos barcos que tienen capacidad para 150 personas salían con muchos lugares vacíos porque nadie regulaba nada. No se respetaron las reglas en caso de accidentes, primero los niños, ancianos y mujeres. Habían más o menos un 20 por ciento de niños en el crucero.
-¿Cómo saliste?
-Por el pedazo de nave que quedó afuera, el que se ve en las fotos actualmente.
-¿Qué fue lo que más te conmovió?
-Viví escenas terribles, como viejitos que se caían, asustados,y que lloraban. Incluso a dos personas muertas que las llevaban en camillas cubiertos con sábanas. Cuando llegué a Giglio veía los helicópteros que volaban encima del barco y lo más triste era ver la gente que estaba en al barco asustada, en oscuras y mirando como se iban los demás pasajeros.
-¿Tuviste en algún momento miedo de morir?
-No. El momento de mayor terror lo viví cuando estaba bajando para llegar a mar, porque el sistema está pensado para que los barcos bajen con el buque vertical y como estaba tan inclinado, en la bajada iban golpeando contra el casco. El eje de las cadenas se bloqueó y hubo que golpearla para que se destrabara. En algunos casos tuvieron que cortar las cadenas o se rompieron y la gente caía directamente al mar desde el cuatro piso.
-¿Qué te generó más bronca?
-El capitán; yo pienso: "cómo pueden poner a una persona tan incompetente a cargo de una ciudad". Él debe ser responsable y profesional, ya que lleva a bordo a miles de personas. Yo pongo mi vida en sus manos y quiero estar seguro, y lo que pasó no fue un accidente, fue un error humano provocado por la negligencia y la irresponsabilidad.
Ni hablar cuando al día siguiente supimos por los noticieros que había abandonado el barco antes que nadie.
-¿La experiencia te dejó alguna enseñanza?
-Aprendí a conocerme en una situación extrema y a saber que no pierdo la calma, pero me hubiera gustado ayudar a más gente. Sólo que en la desesperación se pierde noción del tiempo. Era increíble; hasta media hora antes creíamos que todo se normalizaría y nos servirían la cena de nuevo.
-¿Como fue el arribo a la isla y a tu casa?
-Recibimos mucha ayuda de la policía costera y de la gente que fue muy generosa. Nos daban frazadas y agua.
No comimos nada porque nadie se hizo cargo de eso, pero habilitaron iglesias, hoteles y casas para poder dormir.
Yo llegué a las 12.30 a Giglio, y al día siguiente a la noche regrese a mi casa, gracias a que una persona me llevó en auto hasta la estación y otra me regaló el boleto de tren.
-¿Volverías a hacer un crucero?
-Ahora no, pero en un futuro sí porque ese día y medio que estuve a bordo fue fantástico y me gustaría poder vivirlo otra vez.
-¿La compañía se comunicó con vos?
-Unos días después envió un mail y me llamaron una vez, pero nada más. Igual todo ya está en manos de abogados.
-¿Es cierto que les han ofrecido 14.000 euros?
-Sí, pero eso lo supimos por internet, porque la compañía no me lo informó ni a mí, ni a mí abogado. De todos modos no lo voy a aceptar y las personas con las que sigo en contacto tampoco.
-¿Qué le dirías a quienes quieren hacer un crucero?
-Que lo hagan porque es una linda experiencia y no hay que perdérsela por culpa de un "delincuente". Les aconsejaría que conocieran al capitán y se presentaran mirándolo a los ojos. Creo que eso puede dar algo de seguridad.
-¿Te ha afectado en tu vida diaria esta experiencia?
-Necesité algunas sesiones con un psicólogo porque tenía pesadillas. Soñaba con los gritos de la gente, sentía que me caía. Fue muy feo, pero por suerte estoy sano para contarlo.
Imágenes de la tragedia
Guillermo sólo llevaba con él su cámara de fotos, que lo acompañó en todo momento y con la que pudo capturar distintos momentos de la dramática noche del 13 de enero.
