Luego de tres días de alegría total (del 22 al 24), el domingo culminó la Fiesta de Albardón a lo grande: con el show de Alejandro Lerner y miles de almas alrededor mezcladas entre artesanías y platos típicos. El popular cantante irrumpió sobre el escenario albardonero vestido de negro y con gafas RayBan -muy rockstar- y pasada la medianoche del domingo (00.50 del lunes para ser exacto). Así, entre el griterío de féminas desesperadas, abanicó sus poderosos éxitos y sobrellevó con creces una velada tan calurosa como las anteriores -aunque con oportunas ráfagas de viento- Lerner se mostró en todo momento de buen humor, generó un interesante feedback con sus fans y lució su melodioso timbre de voz con gran elocuencia. Eso sí, el poderío de su garganta compensó el abuso del bass que expresó el costado técnico -demasiado abrumador y por momentos saturaba la fidelidad de sonido-. Su tracklist presentó poderosos clásicos inevitables que incluyeron a "Por un minuto de amor" -su solo de guitarra endiosó su perfil más heavy-, la panorámica "Mira hacia tu alrededor", la novedosa "I am American" -con ella Ale dijo "Norteamérica puede tener a New York pero Argentina tiene a San Juan" y estremeció la platea- y la versión disco de Dame -la canción que escribió para Luis Miguel-. Lerner también le dedicó "Verte sonreír" a su mujer Marcela -presente en los coros y mamá de su hija Luna- (ver recuadro) y las chicas cayeron rendidas ante semejante gesto de amor -y no celosas como se suponía-. "Se la escribí cuando regresó del dentista", remató entre risas y con el mismo humor que prolongó durante todo el recital. El clímax más enternecedor llegó con las almibaradas "Amarte así", "Después de ti" y "No hace falta" y "Juntos para siempre". ¿El tema que derritió hasta al caballero más gélido? "Volver a empezar". Una canción que osciló en los recovecos más íntimos de la sensibilidad y conmovió a todos con su espíritu de lucha. A priori, la tradicional Fiesta de Albardón celebró con alegría los 144 años del departamento, sintetizó tres días de intensa y productiva celebración cultural, unificó a los municipios con la música de consagrados artistas y fue tan burbujeante como el mejor champagne.
