Lo que le da un toque especial a la capilla de Las Tierritas, en Albardón, además de albergar a la Virgen de la Carrodilla, es el diseño original de la construcción. Desde lejos, parece un barco pintado de rosa viejo. Como si fuese un mástil, una enorme cruz de tronco de cepa sobresale del techo. A un costado se puede ver una campana. Pero lo más impactante es el interior. Tiene forma de abanico, que deslumbra por su belleza y el altar de travertino, ubicado en el vértice, es triangular.
Justo detrás del altar cae un chorro de luz natural, dándole al sitio un toque casi celestial. Es que ahí el techo está cubierto con vidrio, pero no se ve. Y a un costado está la anfitriona del templo, patrona de los viñateros.
En el lugar hay dos imágenes. Una la trajo una familia de la Cofradía de la Carrodilla de Mendoza, como un gesto de hermandad entre las dos únicas capillas de la Argentina en las que se venera a esta advocación de la Virgen. Aquella donación tuvo un dato curioso, porque el mismo día que se inauguraba la capilla de Albardón falleció el padre que atendía La Carrodilla en Mendoza, quien durante 45 años confesó a los feligreses con la imagen dentro del confesionario.
Mientras que la imagen grande la había mandado hacer muchos años atrás Olivia Hidalgo, integrante de una familia de viticultores albardoneros muy creyentes. Ella era catequista en Las Tierritas y decidió donarla.
Cada uno de los detalles de la capilla que ideó Juan Diapolo constituye un símbolo. Desde los sarmientos, cepas y otros elementos de la naturaleza del lugar hasta la imagen que se venera. El altar concentra todos los detalles de un Jesús viviente en cuerpo y alma. En el piso fue empotrado un rostro de Cristo sin las facciones. El cuerpo continúa con sus brazos en mármol sosteniendo la mesa en la que se ubican la pila bautismal y el libro de las oraciones. En el centro están el corazón y la sangre del Señor, con una pequeña bordelesa con vino Mistela donado por Resero.
Cada detalle es artesanal. Todo está hecho por la gente con maderas, sarmientos, cepas y tejidos rústicos. Nada quedó librado al azar, motivo que sorprende a quienes llegan a visitarla.
