Llegaron con la excusa apropiada: el supuesto envío de una encomienda de San Juan a Mendoza, trabajo habitual de la empresa desde hace 4 años. Se pusieron violentos para aflojar cualquier resistencia y hasta lesionaron a golpes a dos empleados (a uno le tajearon la cabeza): así demostraban que estaban dispuestos a todo. Uno quedó afuera, de campana, los otros cuatro entraron con armas de grueso calibre (supuestas pistolas 9mm.), y se repartieron tareas dentro de la casa usada como base de operaciones por la firma. El "abc" del manual del asaltante pareció cumplirse al pie de la letra en manos de la numerosa banda armada, pero algo falló: el dato del botín pareció no ser el correcto, porque ayer se fueron con unos 1.000 pesos, seis celulares de las víctimas y una encomienda con mercadería de una farmacia, dijeron en la empresa asaltada, "Makers".

Todo ocurrió alrededor de las 13,45 de ayer en Simón Bolívar al 79 Este, en Trinidad, Capital. Federico Olmedo (30), encargado del depósito de la firma, aseguró que cuando los delincuentes llegaron con el pretexto de la encomienda, había dos empleados afuera y tres adentro. Que al que estaba afuera lo metieron con la excusa y al otro a la fuerza. Y que ambos más los tres que hacían el papeleo administrativo fueron obligados a tirarse al piso.

"¡La plata, dónde está la plata!", reiteraron, amenazantes. Y fue ahí que Rubén González recibió un cachazo en la cabeza que obligó a practicarle puntos de sutura. Ahí fue que Olmedo recibió una patada en la cabeza para que dijera dónde estaban los valores. La respuesta de todos -dijo- fue siempre la misma: "acá no hay plata".

Fue entonces que los delincuentes revisaron a las apuradas otros lugares de la casa, y del cajón de un placard consiguieron unos 1.000 pesos, el sueldo que el día previo había cobrado Olmedo.

Ese dinero, una encomienda elegida al azar y los 6 celulares de las víctimas parecieron conformar a los ladrones (dos actuaron con cascos, otros con lentes oscuros), que al final embolsaron ese magro botín y huyeron, al parecer en todos motos y un auto.

Anoche, los policías suponían que los ladrones podrían ser inexpertos por algunas equivocaciones: además de no dar con un botín mayor al que esperaban, los precintos que les pusieron en las manos a cuatro de las víctimas estaban puestos al revés y todos pudieron zafar tranquilamente, dijeron.