La idea es una y eso está más que claro en Concepción. San Martín, el San Martín de Franco, juega a lo mismo. Cuida la pelota, ataca mucho, se expone demasiado pero nunca traiciona eso. Tal vez ahí esté la mayor virtud de este nuevo ciclo en el Pueblo Viejo: la firmeza de sus convicciones. Es que siendo netamente superior a un rival como lo hizo contra Ferro, este San Martín peca por ahí de ser demasiado honesto, muy frontal. Sigue atacando, sigue proponiendo el golpe por golpe, cuando podría guardarse cartas, bajar un cambio y adormecer la pelota. Esa faceta, aún no la muestra y eso está en la lista de los pendientes.
1 MUY FRANCO
Mucha presión en terreno contrario, mucha actitud para ir a buscar el partido arriba. Una profunda convicción de hacerse dueño de todo desde el primer minuto. San Martín arrió esas banderas y de movida, lo arrinconó a Ferro y empezó a desnudar sus fisuras. El trabajo del dúo Alderete-Scatolaro fue profundo y encontró eco en la movilidad de Barreiro que gambeteó para adelante y generó peligro. Así, San Martín sacó ventajas y su primer gol fue una auténtica muestra del libreto de Franco: la sacaron de atrás, la tocaron Grabinski, Alderete, Scatolaro y Barreiro para terminar en la explosión de Penco. San Martín había mostrado lo que tiene y lo que siente. Nada más ni nada menos.
2 DEMASIADO FRANCO
Siendo mucho más que su rival y habiéndole creado no menos de media docena de situaciones, San Martín fue muy honesto para ir al frente teniendo ventaja en el marcador. Esa faceta tal vez sea la que necesite trabajo porque el verticalismo exagerado con el que se mueve, le hace perder el control del partido cuando podría tenerlo solamente con adormecer la pelota y dejar que su rival se desespere. No hay en esta formación de San Martín un jugador que le baje un cambio al trajinar profundo, ofensivo y arriesgado de Franco. Por momentos, va demasiado y se complica innecesariamente pero muere en la suya. Demasiado franco para jugar con el marcador a su favor.
Este San Martín ya tiene una identidad y no la traicionará nunca. Juega al ataque, arriesga todo, sin importarle a veces que en ese golpe por golpe puede quedar mal parado. Son legítimas sus convicciones y habrá que acostumbrarse a eso.
