El mendocino departamento de San Martín, situado a 40 Km. de la ciudad Capital, atesora una singular historia relacionada con nuestro cancionero folclórico. Aquí nació en abril de 1906 don Luis Hermenegildo Profili, un personaje que con el transcurso del tiempo pasó del anonimato a la popularidad ya que de su genio brotó la famosa composición +Zamba de mi esperanza+, un verdadero símbolo del genuino folclore argentino. Si bien Profili dedicó su vida al rubro de la construcción y a las actividades vitícolas, en sus ratos libres se dedicó con tesón a su verdadera pasión: la música vernácula. Desde temprana edad aprendió a tocar la guitarra y a componer canciones, a veces de forma impensada, especialmente zambas, género musical que amaba profundamente. De su genio innato brotó como agua del manantial una zamba, cuyas primeras letras le concedieron su futuro título. Según sus biógrafos la zamba fue compuesta durante la década de 1950, época de esplendor del cancionero nativo. Profili muy frecuentador de las peñas, dio a conocer en una de ellas su reciente creación y el público quedó inmediatamente cautivado. Sin embargó el puntapié que le faltaba a su creación se lo dio el gran Félix Dardo Palorma, el cual además de sobrecogerse y felicitarlo le aconsejó que registrara la composición conforme a todas las exigencias que exigía la ley. A partir de su registro, hecho el 24 de abril 1964, Luis Profili adoptó el seudónimo de Luis Morales, nombre este que pasó a formar parte de lista de los grandes autores argentinos. Otros dos hitos en la historia de esta zamba fueron la grabación que hizo de ella un trío riojano denominado +Los Hermanos Albarracín+, y años más tarde el genial +turco+ Jorge Cafrune la convirtió en el icono musical que nunca perdió vigencia. A partir de él muchísimos solistas y conjuntos la entonaron y la grabaron, manteniendo siempre su originalidad. La letra de esta zamba es simple y a la vez penetrante, en esas cualidades radica su aceptación y su éxito. Si bien no posee contenidos sustentados en aspectos sociales o discrepancias con el orden establecido, habla naturalmente de la esperanza -encarnada en una zamba- como el pilar que respalda al hombre frente a la inquietud que provoca en su vida el desafecto y el fin de la existencia, poniendo como testigo y consuelo a una lejana estrella. Todas estas consideraciones se amalgaman con su perfecta y bella música, la cual inmediatamente y de forma inconsciente se adhiere a nuestros sentidos. Por esto +Zamba de mi esperanza+ es la canción infaltable en las reuniones familiares, una de las más solicitadas en los festivales, su público no tiene edad y ha traspasado las fronteras del tiempo.
