El llanto de quienes vivieron los últimos 133 días en los que el periodista deportivo disputó su partido más extenso, y donde el pitazo final llegó un 17 de septiembre de 2009, a la 1 de la mañana en el Sanatorio Mayo.
Porque aquel 8 de mayo pasado, cuando sufrió un derrame cerebral, Hugo Rodríguez empezó a acallar su característica intachable para analizar cada movimiento, cada jugada, y cada golpe. Con el paso de los días su situación se fue complicando. Lo operaron. Estuvo 16 días sin abrir los ojos. Evolucionó e incluso volvió a su casa, pero sólo por dos semanas, ya que debió regresar al sanatorio, donde finalmente llegó su deceso.
Ayer, la sala dos de la cochería San José estuvo siempre repleta. Todos fueron a darle el último adiós, a verlo, para dejar en sus retinas la imagen de un "gran tipo". Así, el cortejo fúnebre emprendió su camino, pasando primero por Radio Colón, donde Hugo pasó su vida, siempre ligada al deporte.
Pero la parada obligatoria fue en "su" Radio La Voz, la que fundó en 2001 y que dirigía. Allí el cortejo se detuvo. Todos los empleados de la radio lo esperaban en la puerta. El auto con el féretro se abrió. Le depositaron flores y entre lágrimas, aplausos, se escuchó el rezo de un Padre Nuestro.
"La enseñanza de Hugo siempre estará con nosotros. Por un hombre de bien, que se nos va". Fueron las palabras de despedida de su socio y amigo Pedro Hugo Yelamo, mientras los más allegados a Rodríguez se fundían en abrazos en la puerta de su "segunda casa".
De allí, el largo acompañamiento llegó al Cementerio de la Capital, adonde llegó el gobernador José Luis Gioja y el vice Rubén Uñac, algunos dirigentes deportivos y el resto del tiempo fue exclusivo para familiares, quienes estuvieron junto a Hugo hasta que el nicho donde descansará eternamente lo recibió.
"Macanudo", decía Rodríguez cuando terminaba una entrevista. Ayer, en el día que el dial estuvo de luto, se fue una persona ‘macanuda’.
