Félix Coluccio, el mayor estudioso del folclore, escribió junto a Juan Martín en su "Fiestas y celebraciones de la República Argentina” que "todos los sectores de la patria saben que ahora para San Juan queda instituida la Fiesta Nacional del Sol”. Y comienza explicando que "la contenida euforia que los antiguos desmenuzaban en vísperas de sus rituales pareció haber prolongado sus siglos sobre San Juan. Despaciosamente, el pueblo de características típicamente huarpes comenzó a despertar de su anemia, traducida en postergaciones (…) y un decreto nacional complementó la obra del milagro esperado. A su vez, el resurgimiento del Valle de Tulum se proyectó con fuerza de auténtico colorido (…) Folklóricamente, una riqueza arqueológica e histórica amplísima, permite vaticinar el perpetuamiento de esta Fiesta del Sol (Inti), el dios cósmico de los Andes”.
Todo empezó en 1972 con Guillermo Barrena Guzmán en el sillón de Turismo, pero entonces nadie podía imaginar el alcance que llegaría a tener, y menos el complejo camino que la llevaría a su consagración. Desde Fiesta del Sol, pasando por Ferisol (1978), Exposol (1992), hasta su restauración como Fiesta Nacional del Sol en 1993, pasaron 13 intentos de afirmar un festejo que no encontraba su justificación y menos su proclamación definitiva como una auténtica fiesta popular a tono con lo mejor del país. Quizá la falta de una continuidad y de una idea rectora, hizo que las distintas versiones no terminaran nunca de calar en la población para percibir realmente la raíz popular.
Pero esta Fiesta tuvo su segundo nacimiento con la idea de tomarla muy en serio, que se quede para siempre entre los sanjuaninos y en el calendario nacional. Fue en 2005, bajo el gobierno de José Luis Gioja y con un flamante secretario de Turismo y Cultura, hoy ministro, Dante Elizondo. A partir de ese momento todo cambió. La idea original fue la misma, pero el proyecto general se agigantó, se profesionalizó al máximo y se dio cabida a los artistas y creadores sanjuaninos en general, más allá de la presencia de empresas locales, nacionales e internacionales que hacen su aporte y marcan presencia fuerte sobre la nueva realidad de la provincia en la última década. ¿Qué es, finalmente esta Fiesta? Ni más ni menos que una celebración tradicional, costumbrista, pintoresca, pero esencialmente una expresión popular en honor al Sol, que ya adoraban los huarpes, pueblos originarios de este territorio, desde la época prehispánica, como una fuente de inspiración en el imaginario de los pobladores.
¿Y qué más? Se ha dicho muchas veces aquí, en el resto de los países latinoamericanos e incluso en el Viejo Continente, donde me consta que las tradiciones se celebran como genuinas obras de arte, que las fiestas populares o culturales son el espejo de las ideologías y aspiraciones de un pueblo. A través suyo descubrimos sus sueños, desvelos, preocupaciones, intuiciones y emociones, en muchos casos transmitidos de generación en generación. Son momentos de entretenimiento y de felicidad general, pero también de unidad y comunidad, sin importar clases sociales o nivel intelectual de los participantes. A su vez, uno de los primeros logros de esta Fiesta es que se ha aprendido a gozar de los espectáculos de la vida, con una interacción más sólida entre el pueblo y sus cosas. Participan hombres y mujeres de toda la provincia, trabajadores del comercio, del agro, de la minería, de la industria en general, de la universidad, e intelectuales que no siempre asumen estos acontecimientos desde el compromiso, sino como meros espectadores. Las noches festivas "se copan de fantasía”, como decía una crónica de febrero pasado de DIARIO DE CUYO, y el corazón del público late desde la alegría de saber que están en San Juan y que la fiesta es hecha por sanjuaninos. Pero también la pudieron disfrutar allende nuestras fronteras. Porque hay transmisión a todo el país, quizá por primera vez en la historia de las fiestas populares sanjuaninas, a través de la TV Pública, América 24, y para la provincia por los canales 8, 5, 4 y 13. Por otra parte, todos los componentes básicos citados gestan las más exitosas fiestas populares del mundo y por ello son tenidos en cuenta por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, las Ciencia y la Cultura) para considerarlas como fenómenos culturales del patrimonio inmaterial de un pueblo. Y reconocer que, al mismo tiempo, producen un valioso impacto económico en términos cuantitativos. A ello se agrega la realidad de ser un sólido factor de conservación de las costumbres y visiones locales sobre el lugar donde uno ha nacido, como fortaleza de la diversidad cultural y frente a la creciente globalización. Ese camino ya es transitado por nuestra Fiesta Nacional del Sol. Que nadie se sienta ajeno al esfuerzo realizado y a los frutos logrados, y que cada año se incluya más a las instituciones en general. Es ni más ni menos que una euforia ancestral que arraigó entre nosotros.
