Ceferino Namuncurá es venerado por haber llevado su fe a los aborígenes de la Patagonia. Nació en 1886 en Chimpay (Río Negro) y era hijo del cacique mapuche Manuel Namuncurá y de la cautiva Rosario Burgos. Su padre lo había hecho bautizar, sin aprobación de la tribu; de hecho, era nieto del cacique Calfucurá, uno de los aborígenes que más resistió el avance de la ‘Campaña del Desierto‘. Cuando lo inscribió en una escuela católica de Buenos Aires, Manuel le dijo ‘sé siempre fiel a tu raza‘. Ceferino interpretó que la mejor manera de hacerlo era llevarles el mensaje de la fe. En 1898 tomó su Primera Comunión y decidió ser sacerdote, para defender a los suyos. Pero al poco tiempo su salud desmejoró. Víctima de la tuberculosis, viajó a Roma en 1904 y conoció al Papa Pío X. Seguía estudiando religión, pero murió antes de cumplir los 20 años, en Italia. En 1957, el papa Pío XII aprobó la introducción de la Causa de Beatificación de Ceferino Namuncurá. Quince años más tarde, el Papa Pablo VI lo declaró venerable, transformándose en el primer argentino que llegó a esa altura de santidad. Recién en 2007, el Papa Benedicto XVI lo declaró beato.
