El Muro de Berlín que estuvo en pie durante 28 años, 2 meses y 27 días logró dividir la principal ciudad alemana -la capital- y uno de los 16 estados federados alemanes en dos: la Alemania del Este y la del Oeste. Si bien ésta no fue la primera vez que Berlín fue para la historia de Alemania, centro de disputas políticas y ciudadanas, si resultó la más polémica. Capital de la Alemania nazi, Berlín alcanzó en 1939 su máximo nivel demográfico, por lo que el führer Adolf Hitler, planificó allí obras urbanísticas de gran envergadura, las que nunca pudieron ver la luz justamente por las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, la guerra en cuestión la dejó prácticamente destruida por los bombardeos aéreos. Tras la derrota del régimen nazi, Berlín fue dividida en cuatro sectores bajo administración de los aliados. En 1948, los tres sectores occidentales (Berlín Oeste) se reunificaron en el marco de la República Federal de Alemania (RFA), a lo que la Unión Soviética replicó con el bloqueo de su sector de la ciudad y la creación de la República Democrática Alemana (RDA) en 1949, con capital en Berlín Este. Este bloqueo fracasó gracias al puente aéreo mantenido por las fuerzas occidentales desde la RFA. En 1961, más precisamente el 13 de agosto, y en total silencio -se dice que era secreto de Estado- la RDA construyó el Muro de Berlín para separar las dos partes de la ciudad pero principalmente para aislar Berlín Oeste de la RDA, con el fin de acabar con la emigración de alemanes del este hacia el oeste donde en apariencia se vivía mejor. El muro de entre 2 y 4 metros de altura y de hormigón, tenía una extensión de casi 145 kilómetros y para pasarlo había que superar las guardias fronterizas. Fue uno de los símbolos más conocidos de la Guerra Fría y de la partición de Alemania. Luego de años y años de desaveniencias, intentos de huidas fallidos (con un número de muertos inciertos), reclamos por la libertad de circulación en la RDA y evasiones constantes hacia las embajadas de capitales de países del Pacto de Varsovia (Praga y Varsovia), a Hungría, Checoslovaquia y Austria, el líder de la República Democrática Alemana, Erich Honecker, renunció en octubre de 1989. Eso empezó a marcar el comienzo del fin de las restricciones. Hasta que la noche del 9 de noviembre, la misma población fue hasta el Muro y logró abrir los puntos de paso, inclusive destruyéndolos con picos y martillos. A partir de entonces, hubo un antes y un después.
