Si algo quedó claro tras la tragedia aérea en Río Negro es que la muerte se aparece en el momento menos pensado, desafiando cualquier lógica del destino.
En el caso de Carina Soledad Mansilla, de 20 años, viajaba en el vuelo de la muerte con su bebé de 10 meses. Oriunda de la localidad santacruceña de Pico Truncado, la víctima mortal había viajado a Neuquén para asistir al cumpleaños de una amiga, según contó una tía. Pero el miércoles pasado, la joven decidió viajar en avión a Comodoro Rivadavia porque su hijo Santiago Benjamín Sloper tenía broncoespasmos. Según la tía, Carina "no iba a volar, pero se venía en avión" porque Benja estaba con problemas respiratorios en Neuquén. Carina abordó el avión en Neuquén apurando así el regreso por el malestar de su bebé.
Tras la muerte de Carina y su bebé, Daniel Sloper, de 32 años, esposo de la joven, dijo al canal Todo Noticias (TN) que se sentía "destrozado". El hombre viajó ayer a Capital Federal, desde donde tenía previsto llegar vía aérea al lugar del accidente en el que murieron 22 personas el miércoles pasado.
Un periodista de Radio Del Mar de Comodoro Rivadavia, quien permaneció hasta la madrugada en el aeropuerto General Mosconi, manifestó que Sloper le dijo que "a las 20 mantuvo contacto con su esposa" cuando iba "llegando a Caleta Olivia", procedente de su ciudad, Pico Truncado, en busca de su familia.
María Mansilla, tía de la joven, dijo en declaraciones a la prensa que Daniel Sloper integra el gabinete de la municipalidad de Pico Truncado, "donde se incorporó hace poco, ya que se estaba desempeñando como Subsecretario de Interior del gobierno de Santa Cruz".
Tan mala suerte como su fallecida esposa tuvo Jorge Jacomes, otra de las víctimas mortales. Empleado de una petrolera, Jacomes siempre viajaba en colectivo entre Mendoza y Comodoro Rivadavia. Pero en esta ocasión decidió desplazarse "por primera vez" en avión, según dijo su tía, Sandra Jacomes. Jorge, que vivía en el departamento Godoy Cruz, tenía 30 años y convivía con su esposa y sus dos hijos.
Según contó uno de sus amigos, el copiloto, Adriano Bolatti, no debía estar en ese vuelo, pero estaba reemplazando a un compañero. "Él no tenía que volar. Un compañero le dijo que se sentía mal y él se ofreció a cubrirlo", relato Marcelo Díaz, amigo de Bolatti, en diálogo con Radio Uno. Además, contó que Bolatti es padre de dos hijos de 8 y 5 años y que recientemente se había divorciado. "El papá de Adriano sufrió un infarto cuando se enteró de la noticia", contó Díaz.
Mientras esperaba casarse dentro de poco, la muerte de Gustavo Basaldúa dejó a su novia esperándolo en el aeropuerto de destino, pero el encuentro terminó frustrado por la pesadilla que puso fin a la vida de los 19 pasajeros y tres tripulantes.
Otra de las víctimas mortales, el reconocido geólogo chubutense Eduardo Musacchio, había perdido a su hijo Sebastián, un joven que fue asesinado cuando recorría Catamarca como mochilero en 2009. Musacchio era profesor de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y su muerte causó consternación en Comodoro Rivadavia, por tratarse de una familia de arraigo en la ciudad.
El caso de su hijo cobró notoriedad por haber sido salvajemente asesinado. Había sido decapitado y calcinado, cuando recorría las ruinas El Shincal, a tres kilómetros de la ciudad de Londres, en esa provincia cuyana. El caso, que trascendió por la brutalidad, estuvo en boca de todos durante semanas y llegaron a tejerse las hipótesis más disparatadas. Eduardo acompañó a la policía local en la búsqueda de su hijo hasta el trágico desenlace.
Otra de las víctimas del reciente accidente aéreo, Juan Manuel Ruiz, "era nuestro orgullo, una gran persona que no pudo conocer a su primer hijo que nacerá dentro de 3 meses", contó su madre a la prensa porteña.
La mujer, muy angustiada, contó que su hijo estaba transitoriamente a cargo de la Gerencia de Recursos Humanos de la empresa petrolera Key y que en los últimos tiempos viajaba frecuentemente a Comodoro Rivadavia. Juan Manuel tenía 29 años, era licenciado en Relaciones del Trabajo y hacía 3 años que había ingresado a esa empresa. Su compañera, Cintia, trabaja en la misma empresa y tiene confirmado un embarazo de 6 meses.
