Traspasar la puerta del Club Sirio Libanés, esta noche, será como transportarse al 1900 en un abrir y cerrar de ojos. A los oídos, sonará ese tango festivo y picarón que hizo roncha en los años ’20 y ’30. Y a los ojos aparecerá un cuadro no menos pintoresco, el de La Tubatango, el reconocido cuarteto porteño que ataviado en trajes de época y con instrumentos típicos de las viejas orquestas -especialmente la tuba- por primera vez llega a la provincia para deleitar con esta impronta "orillera" que los hizo reconocidos en el país y el extranjero.
La característica principal del grupo es, tal como lo dice su nombre, la "tuba", el instrumento de viento más grave de la familia de los metales, cuyo sonido bien potente reemplaza al del contrabajo y que -para nada propio del tango- se usaba en formaciones musicales de la época, aquellas que incluso iban transitando por las calles, seguidas por la gente, cuando el 2×4 asomaba la nariz entre pasodobles y mazurcas.
"Lo que hacemos es remitirnos a aquellas épocas y resignificarlas. Tomamos aquel tango festivo, que poco tiene que ver con el caracter nostálgico que tomó después", comentó Lucas Kohan, guitarra, arreglador y milonguero del grupo nacido en 2005, que (en su tercera generación) tomó la posta que dejaron "Los Tubatango" , aquel mítico cuarteto creado por el bandoneonista Guillermo Inchausty (ya fallecido) en el año 1967, cuyo primer LP salió en mayo de 1968, bajo el título "Tangos del tiempo perdido". Hugo Satorre (bandoneón), Leonardo Heras (clarinete) y Edubilio José Plaza (tuba, el único que queda "original" de los antológicos Tubatango) completan el equipo que pone a rodar temas como El pardo Cejas, Hotel Victoria, El torito, Pimienta, Corazón de oro, Orillera, La morocha y Romántica; algo de lo que el público podrá revivir, y también bailar, en esta curiosa milonga.
"A partir de los ’50 y los ’60 el tango se complejizó mucho y tomó un camino. El nuestro, ni mejor ni peor, es volver a lo simple, a lo que puede apreciar cualquier persona, claro a nivel musical, fácil de digerir. La Tubatango no es un conjunto que hace recitales, hace música para bailar", agregó Kohan quien -próximo a grabar con sus compañeros el segundo disco, en julio próximo- comentó que la apuesta visual "termina de armar el cuadro".
"Usamos un vestuario elegante y alegre, una especie de «Dixieland tanguero» como los que llevaban esos grupos que tocaban en el Rosedal, en los lugares de Té de Buenos Aires", acota el músico. "Y Con esto terminamos de transportar al público", subrayó el artista.
