Es cierto que la tecnología y los avances son una constante en los tiempos que corren. Esto no escapa a los temas de cultivo y jardinería. El modernismo nos lleva lentamente a volver a mirar hacia atrás y poner en valor los campos de la Pampa Argentina. Desempolvar los libros del pasado y releer la historia para enaltecer los hombres que lograron y amaron la naturaleza, es un tesoro incalculable, siguen aún enseñando.

Una especie introducida podría resultar una casualidad que calzara justo en las condiciones de un lugar nuevo y distinto, o le va mal y se extingue, o le va demasiado bien y se hace plaga. Es lo que ocurrió con la Rosa mosqueta (de Europa) o con la Ligustrina (de China), especies que por no ser de acá crecen como invasoras porque no están en nuestro país los animales de sus regiones de origen que controlan su crecimiento. El caso del Delta es otro digno de mencionar, originariamente habitaban en él Ceibos, Mburucuyá, Curupí, Sauce criollo, Palmera pindó, más de 40 especies de árboles nativos, lianas y cientos de plantas autóctonas. Hace muchos años se cortaron y se quemaron para plantar frutales. En un momento el mercado de frutas dejó de funcionar, el espacio fue abandonado y lo invadieron plantas de jardines del lugar, en su mayoría precedentes de China y Europa. La gente no lo sabe, pero el Delta está lleno de plantas de la China (Madreselvas, Ligustrinas, Bambú, Glicinas, entre otras) y de Europa (Zarzamora y Lirio amarillo). La creencia es que son propias del Delta, especies que vienen de otros lugares: Sauce Llorón (China), Casuarinas (Australia), Formio (Nueva Zelanda) Pecán (América del Norte) Azaleas y Hortensias (China)

También tenemos que entender que el ser humano vive mejor en un ambiente que conserva sus características naturales, un ambiente armónico que tiene sus especies vegetales y animales autóctonos. En la naturaleza todo funciona junto y ordenadamente: tipo de relieve, tipo de suelo, clima, plantas y animales.

Pero ocurre que no cualquiera se anima a tomar sobre sí la responsabilidad de concientizar a la gente, de advertirle que sus comportamientos ingenuos pueden ser la causa de futuros serios trastornos naturales.

Preferir una especie autóctona a una introducida no es un exceso de patriotismo sin sentido, es la actitud correcta.

A la gente le gusta el tema jardín, la mayoría siente curiosidad y deseos de ver un verde impresionante en su hogar. Todos quieren aprender, pero están pegados a sus rutinas, les cuesta cambiar. Existe el prejuicio de que las plantas autóctonas son feas y se resisten a salir de la cadena de viveristas. Sería bueno en las salidas a la naturaleza observar el comportamiento de las plantas silvestres del lugar en que viven. Juntar semillas de flores y plantas que nos gustan, luego cultivarlas y así tendríamos una cantidad considerable de plantas que se cuidan solas y no requieren ni de funguicidas o fertilizantes químicos.