Pensar que la geografía condiciona a la gente en su comportamiento y en su forma de ser, es un dato ya conocido, y que los artistas también están influidos en su creatividad por este mismo motivo es un hecho lógico. El tema era investigar hasta que punto la majestuosidad de la montaña puede incidir en las obras literarias y plásticas y si este rasgo se advierte desde el arte primitivo hasta la actualidad. Un verdadero desafío asumido por Juan Mariel Erostarbe, quien realizó una exhaustiva investigación que se tradujo en el libro presentado este viernes con el título "La levedad del arte".
"Siempre creí que el privilegio de vivir al lado de la cordillera le otorga al ser humano y a las criaturas que vuelan como el cóndor, la torcaza, la paloma cierta levedad. Eso me llevó a pensar que también el arte cordillerano siempre es leve porque es etéreo. El tema no era quedarse con San Juan nada más si no ver este comportamiento en otros lugares situados al pie de la cordillera que por suerte he tenido la dicha de visitar", cuenta Juan.
Gracias a sus permanentes viajes y su constante inquietud como investigador ya contaba con material no sólo de Argentina sino también de Chile y Perú, donde tuvo acceso a los archivos históricos oficiales para comenzar con esta tarea de investigación.
"Decidí hacer un ejercicio denominado ecfrásis que consiste en tomar corpus textuales que en este caso fueron tres: la historia de lo que ocurre en al pie de la cordillera, los textos literarios que escriben los que viven en estos lugares y la plástica que producen. Luego los enfrenté para ver que coincidencias habían entre estos pueblos de América y la cultura heredada de otras partes del mundo, desde los orígenes hasta la actualidad", relata Mariel.
La obra recopila información de museos, galerías de arte, archivos oficiales de los países citados, lo que demandó años de trabajo, más otros dos destinados a volcar la letra sobre papel.
Juan sostuvo desde un principio que si los pintores sanjuaninos pintan como lo hacen es porque tienen raíces muy profundas en lo americano. "Una manifestación artística no es como un hongo que crece solitario y de repente sino que ha sido abonado por la historia de la cultura y del continente", explica.
Así el libro consta de dos partes, la primera es precisamente la referida a este enfrentamiento entre historia, el arte y la literatura. Luego, en una segunda parte, se muestran obras de artistas locales que fueron tomados de una muestra realizada en la Antigua Bodega en la que la artista Leonor Rigau de Carrieri fue la curadora.
"No quise elegir al azar para que nadie se ofenda, por eso decidí pedirle a Leonor que me aconsejara. Así fue que ella me sugirió tomar una obra de cada uno de los expositores ya que habían desde personalidades consagradas hasta gente muy joven", agrega el escritor.
Los elegidos fueron Sergio Sundbland; Andrés Labaké; María Elena Mariel; Eduardo Esquivel; Eric Nobre; María del Carmen Ruíz y Leonor Rigau.
Además de los textos vinculados a las obras de los artistas citados, el libro también ofrece una colección de leyendas y cuentos vinculados a la temática abordada.
Como broche de oro cuenta con una traducción (del quechua al castellano) del catecismo que se daba a los Huarpes aportada por Teresa Michieli, directora del Museo Arqueológico Mariano Gambier.
"Este texto es valiosísimo y precioso. No lo tomé solo por una cuestión religiosa sino para que se vea que desde aquellos tiempos -alrededor del 1.500-
la doctrina ya se enseñaba con la parábola de lo ovalado que está vinculado a este libro", agrega.
Muchas de las ilustraciones pertenecen a Mark Shagal ya que todos sus personajes vuelan y están relacionados a la levedad que da origen a este libro.
Para que no falte nada también hay poesías de Roberto Juarroz y Jorge Leonidas Escudero, con la misma intención de encontrar los puntos de referencia de la investigación literaria.
Adaptado a los avances tecnológicos cuenta con un CD en el que se reproducen los cuadros a color.
La tapa fue ilustrada por su hija Elena, quien siempre se encarga de hacerlo en todos sus libros, con una obra denominada "La visión de Delfina".
