�Siempre con una sonrisa y palabras justas, después de haber cabalgado durante más de dos horas, el padre Andrés llegó a Cura Brochero, tal como lo hace el cuarto domingo de cada mes desde que fue entronizada la imagen. Desensilló y se sentó sobre un tronco, al lado de una cuneta de riego. Allí lo esperaba la gente para confesarse. Con total naturalidad, comenzó a escuchar a los devotos colocando su mano en la frente. Todo, mientras en el lugar inundaba el aroma a asado y los fieles comenzaban a colocar sus reposeras debajo de un algarrobo centenario, uno de los pocos sectores con sombra en el oratorio de Cura Brochero. La postal fue emocionante. Mientras los gauchos dieron de beber a sus caballos, un grupo de personas improvisó un altar con un tablón debajo del árbol.
Ese domingo no fue un día más para el padre Andrés. Además de acompañar a los jinetes en la previa a Mogna, hizo la cabalgata para celebrar sus 6 años de sacerdocio.
Contando anécdotas referidas al Cura Brochero, con historias claras y mensajes directos, el sacerdote hizo emocionar a más de uno durante la homilía. Con poncho y sombrero, que se quitó antes de la misa, la gente pudo ver el amor que tiene por el campo y la devoción con la que relató cada vivencia del cura cordobés que está a punto de ser santo.
