Una gran multitud salió ayer, por tercera vez en el año, a las calles de las principales ciudades de Brasil para protestar por la situación de la economía y el escándalo de corrupción en torno de la empresa petrolera estatal Petrobras y para reclamar la salida del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff y el Partido de los Trabajadores (PT).
Tal como había sucedido en las demostraciones similares de marzo y abril pasado, los manifestantes -que en su mayoría exhibían carteles con las leyendas ‘Fuera Dilma’- se mostraron también muy críticos del antecesor de Rousseff y fundador y líder del PT, Luiz Inácio Lula da Silva.
Asimismo grupos organizados propusieron una intervención militar como salida para la crisis que sacude al gobierno. Los manifestantes expresaron apoyo al juez Sérgio Moro, a cargo de la causa en que se investiga el desvío de fondos de Petrobras para el financiamiento ilegal de campañas políticas.
En Brasilia, un enorme muñeco inflable vestido de preso con la cara de Lula acompañó a las 25.000 personas que marcharon por las zonas de edificios públicos de la capital federal. En San Pablo, los manifestantes opositores ocuparon diez cuadras de la emblemática Avenida Paulista. En tanto, en Río de Janeiro los manifestantes marcharon por la playa Copacabana. Aunque hasta ayer por la tarde no se conocían estimaciones sobre la cantidad de manifestantes opositores en las dos mayores ciudades del país, el senador socialdemócrata José Serra sostuvo que ‘cien mil más o cien mil menos no cambian el pensamiento general de las personas ni la calidad de la manifestación’.
Efe y Télam
