Magníficas voces ensambladas con muy buenas actuaciones, una ambientación que recuerda aquellos viejos patios de balcones floridos y un vestuario que trata de reproducir fielmente la moda de la España de fines del siglo XVII; todo encaja en sincronía con los sonidos que fluyen de la orquesta para que El Barbero de Sevilla se convierta en una de las piezas más logradas de la Fundación Opera de San Juan, que anoche hizo su debut y vuelve a escena hoy a las 22 y mañana a las 20, en el Teatro Sarmiento.
Pese a ser una producción compleja -según expresó Ricardo Elizondo, director de la fundación-, el elenco se muestra tan cómodo en sus puestos que no lo parece. Durante dos horas, la acción transcurre en un patio sevillano y en el piso superior de la casa de don Bártolo.
La mezzosoprano brasileña Luisa Kurtz con sus extraordinarios firuletes vocales recrea a Rosina; la bella muchacha, para nada ingenua, que ha hechizado el corazón del apuesto Conde de Almaviva, a cargo del tenor Ivan Maier. Pero concretar su amor no les resulta nada fácil, teniendo en cuenta que ella está bajo la tutela del viejo Bártolo, que espera desposarla y la tiene encerrada bajo siete llaves con la única asistencia de Berta, su mucama (la soprano Silvana Gómez de Santiago del Estero). Aquí es que entra en acción el astuto Fígaro.
Pícaro e interesado, el barbero de la zona que conoce al conde y decide ayudarlo a cambio de una bolsa de monedas de oro, haciéndolo pasar primero por su primo Lindoro y disfrazándolo como un soldado entrado en copas y de un taimado profesor de música.
En un principio; es difícil imaginar a Fígaro como un personaje delgado y joven -quizás porque en la TV, tuvo su versión opuesta con Jorge Porcel en la famosa Peluquería de Don Mateo de Gerardo Sofovich-. Pero esa idea desaparece en manos de este simpático afeitador encarnado por el barítono tucumano Pablo Bemsch, que con su ingenio orquesta un plan para engañar la suspicacia de Bártolo, un papel que en manos del bajo Fernando Santiago de Buenos Aires se queda con las risas de los espectadores.
Claro, Bártolo no actúa solo; él cuenta con la ayuda de don Basilio (el bajo Marcelo Otegui, de Uruguay) para mantener a la chica lejos de sus pretendientes; aunque las artimañas de Fígaro son mucho más audaces. Una obra con los ingredientes necesarios para cautivar a la platea.
