Las realizaciones teatrales de la dupla protagonizada por Pepe Cibrián y Angel Mahler no dejan de sorprender a los espectadores que los siguen a lo largo de sus 25 años de trabajo. Tal como acostumbra a su público fiel, esta vez el dúo puso en escena a Otelo en las tablas del Teatro Sarmiento y los sanjuaninos se pusieron de pie nuevamente para ovacionar la impecable superproducción musical. Sin dudas, y tal como lo advirtió el prestigioso director antes del estreno de esta tragedia, su exitosa obra Drácula le dio "como una posta" y alcanzó la reverencia de los espectadores. Pero a diferencia de otras producciones, esta adaptación libre de la clásica obra de William Shakespeare prescindió de una compleja escenografía ya que el lujoso vestuario barroco y la diversidad de juegos de luces, fueron suficientes para contextualizar y desarrollar la pieza que se sitúa en el siglo XVI en Venecia.
A su vez, la grandiosidad de los personajes centrales (como Otelo, Casio, Yago, Bianca y Desdémona) se mantuvo con rigor y energía durante las 3 horas de actuación y se lucieron imponentemente a través se sus claras voces e interpretaciones.
En este marco, los 12 sanjuaninos que encarnaron la corte dentro de la obra (foto arriba), también brillaron con sus bailes y actuaciones. Y aunque sus apariciones fueron mínimas y grupales, se fusionaron en forma armónica y prolija al resto del elenco que dieron vida a esta espectacular puesta durante las noches del viernes y ayer.
Ellos también lucieron los trajes de época (que fueron cambiando a lo largo de los 4 bloques que se exhibieron a la par del ensamble fijo del espectáculo) y dieron paso a los cuadros que tuvieron mayor movimiento en las tablas.
Tal como sucede en las telenovelas de la pantalla chica -donde los antagonistas se oponen al amor de los protagonistas, creando enredos, traiciones y tramas para obstaculizar la felicidad de las figuras centrales- la obra que tiene como eje a un moro al servicio de Venecia, también refleja estos conflictos que muestran las peores desventajas de las relaciones humanas.
Pero a diferencia de los finales felices que muestran las historias en la televisión, este desenlace es totalmente trágico ya que Otelo muere atormentado por los celos -en vano- hacia su amada Desdémona, a quien el moro mata con sus propias manos.
Así, con esta obra de primer nivel, donde los colores y las telas bastaron para aceitar este clásico de la literatura, la música fue otro de los ingredientes que captó la atención de quienes estuvieron frente al escenario. De esta manera, tanto los protagonistas como el elenco fijo y el que Mahler seleccionó en la provincia, pusieron el broche a este par de veladas con un saludo final, donde transmitieron emoción y profesionalismo puro.
