El martes que viene comenzará el Triduo en honor a San Pío de Pietrelcina, el primer sacerdote en llevar impresas sobre su cuerpo las señales de la crucifixión (estigmas), que culminará con una procesión especial. Los devotos recorrerán las calles del Barrio Aramburu, en Rivadavia, portando las reliquias de este santo. Se trata de un trozo de su hábito que llegó a la parroquia María Madre de Dios hace 4 años, y que mantienen bajo llave por temor a que lo roben.
Pocos son los que conocen que hay reliquias de San Pío, de unos 100 años de antigüedad, en la parroquia del Barrio Aramburu. Es que desde que llegaron en el 2006, mientras el sacerdote José Juan García estaba a cargo de este templo, sólo las exponen una vez al año y durante los tres días que se reza, se celebra misa y se hace una procesión en honor al santo de los enfermos y sufrientes hospitalarios. El resto del tiempo, permanecen guardadas en el templo y bajo llave para que no les suceda lo mismo que a las reliquias de San Antonio de Padua. En junio del año pasado, unos delincuentes ingresaron a la parroquia de Media Agua y se llevaron la piel de este santo.
"Por una cuestión de seguridad mantenemos guardadas estas reliquias, aunque las sacamos si algún devoto llega a la parroquia y pide tocarlas o rezar frente a ellas para pedir alguna gracia -explicó Leonardo Pons, actual párroco de María Madre de Dios-. Incluso las sacamos de la parroquia para llevarlas durante la procesión en honor al santo".
El padre Pons contó que el Triduo comenzará, en la parroquia María Madre de Dios, el próximo 21 de septiembre a las 18 con la adoración al Santísimo, rezo del Santo Rosario y posterior misa. Las mismas actividades se realizarán el día 22, para finalizar el 23 con la procesión y misa a partir de las 18.
Francesco Forgione (luego canonizado como San Pío) nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento (Italia) en el seno de una familia muy humilde. El 6 de enero de 1903, a los 16 años, entró como clérigo en la orden de los Capuchinos. Siete años más tarde fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento. Así inicio su vida sacerdotal que, a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento.
A pesar de estar permanentemente enfermo, siempre sacó las fuerzas necesarias para desarrollar su gran labor con total dedicación. Confesaba hasta 14 horas diarias.
Uno de los acontecimientos que marcó para siempre la vida del Padre Pío fue el que ocurrió el 20 de septiembre de 1918. En su cuerpo aparecieron los estigmas (heridas en pies, manos, cabeza y costado, como las que le provocaron a Cristo en la cruz). Las quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por medio siglo. Este fenómeno extraordinario llamó la atención de médicos, científicos y periodistas, pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar alivio a sus males con el santo fraile. Y muchas fueron las sanaciones y conversiones concedidas por la intercesión del Padre Pío como así también lo milagros reportados a la Santa Sede.
El 23 de septiembre de 1968 falleció en el convento de San Giovanni Rotondo. Y el 16 de junio del 2002 fue canonizado por el Papa Juan Pablo II.
