Víctor Bo tuvo numerosos encuentros en San Juan. Primero para promocionar una de las tantas películas de su padre, Armando. Después, en el rodaje de "Mochileros", como también produciendo el rodaje de Highlander II a principio de los ’90. Siguiendo con la tradición familiar, ahora le tocó el turno de presentar la opera prima de su hijo Armando (lleva el nombre en homenaje al gran director) para el Festival Internacional Unasur Cine. El recordado ‘Delfín’, protagonista de la saga de los Súperagentes respalda a su hijo en la producción del film ‘El último Elvis’, una coproducción que podrá verse este próximo viernes a las 20.10 en Cinemacenter del Híper Libertad.

En un encuentro con la prensa, Víctor habló de todo, aunque más allá de las cuestiones sobre cine, su preocupación estaba centrada por la posición del campeonato que tiene Independiente -el club de sus amores- por estar más cerca del descenso. Al margen de ello, mostró su alegría por la prolífica carrera que está construyendo su hijo. ‘No tuve con qué criticar la película de mi hijo. Porque veo cómo se mata laburando, es un obsesivo por lo que hace. Tiene mucho futuro, pero mi mayor orgullo es que no se cree un marciano o una estrella. Es muy exigente consigo mismo y con los demás, sobre todo tiene mucha amabilidad’, agregó.

El linaje cinéfilo de la familia viene desde el abuelo de Víctor. El tema de portación de apellido, no le asusta ni lo incomodó a él, mucho menos al joven director. ‘El cine se lo lleva en la sangre y lo transpiramos de igual manera. El apellido ayuda mucho cuando uno ha sido un hombre que dejó una trayectoria, no por los logros obtenidos, sino por el amor que le diste a la gente y a la profesión. Por eso mi viejo dejó mucho, adonde fui las puertas se me abrían, no porque fuera un famoso, sino por haber sido un buen hombre’, señaló.

En cuanto a su mirada del cine actual, elogió rotundamente el avance tecnológico de los últimos años para la industria, sin embargo, insiste en que una ‘película debe tener alma, aunque técnicamente sea fabulosa, quizás tenga un éxito fugaz, pero la gente recordará siempre aquella que le llegó al corazón, que lo conmovió y le dejó una enseñanza’. También fue contundente cuando se refirió al fomento que está teniendo la actividad y ve con buen augurio el lanzamiento del Polo Audiovisual. ‘En Argentina hay 15 mil estudiantes de cine y podrán vivir de ello en la medida que hagan con entrega, los que soporten los tiempos de las vacas flacas y sobre todo romperse el cu… La Argentina tiene un capital y una cultura cinematográfica gigantesca, con mucho talento y oportunidades. Me parece importante que el Estado esté presente y es así debe ser. No se trata de un curro, ni está hecho de taquito. Me parece muy positivo porque están dando los primeros pasos de algo que antes parecía imposible’, definió.

Además recordó sus viejas andanzas como Súperagente, ‘me siguen llamando Delfín con mucho cariño. Fue muy divertida esa época porque no teníamos dobles para las escenas de acción, tuvimos que entrenar mucho para pelearnos con tipos de 120 kilos que te rompían los huesos. Éramos unos locos de mier… haciendo esas películas’, dijo nostálgico. Por último, Bo no dejó de reivindicar a su padre, ‘Las veces que lo vi llorar a mi viejo porque le censuraban el cine que hacía con Sarli. Tuvo 8 juicios criminales, fue amenazado de muerte, le dieron 24 horas para abandonar el país y pienso en todo lo que hipotecó para cubrir los gastos de sus películas que tanto se las prohibieron. Hoy le rinden homenajes y Almodóvar lo cita como fuente de inspiración. Papá tuvo su estilo y le dio un sello distintivo al cine argentino. Si en estos momentos se despertara, se vuelve a morir de indignación’, concluyó.