"Cuando Dios te da un don, también te da un látigo, y el látigo es únicamente para autoflagelarse". Tan cruda como existencial, esta frase escrita de puño y letra por Truman Capote es también el autorretrato de una vida tan excéntrica como destructiva, de la que hoy se cumplen 25 años de su fallecimiento. "A sangre fría", la novela basada en el cruento asesinato de una familia en manos de dos psicópatas y ex convictos, catapultó su nombre en 1966.
Emocionalmente inestable desde su infancia, terminó víctima de su propia afición por novelar hechos y personajes reales; lo que le llevó al éxito profesional pero le hundió personalmente y le ocasionó el repudio de la alta sociedad neoyorquina con la que tanto anheló codearse.
Después de largos episodios de abusos de drogas y depresión -estado en el que se sumió luego de tocar el techo de su carrera-, y luego de ser arrestado en 1983 por conducir ebrio; Capote murió a los 59 años en Los Angeles a causa de un exceso de barbitúricos que no pudo superar por los problemas de hígado que tenía a consecuencia del alcohol.
Hijo de unos padres que le ningunearon, nació el 30 de septiembre de 1924 en Nueva Orleans y se crió con sus primos en Alabama. Su nombre original, Truman Streckfus Persons, mutaría a Truman García Capote en 1935 cuando su padrastro -Joseph García Capote- aceptó adoptarlo como hijo propio.
Dos años antes, Lillie Mae, su madre -que lo había dejado para huir a Nueva York-, ganó la custodia del prometedor escritor, que abandonó el sur del país para mudarse a la ciudad de los rascacielos.
El cambio de aire, permitió a Capote dar el primer paso hacia su ansiado sueño de aristocracia y perseguir un trabajo en la revista The New Yorker, donde consiguió entrar en 1941; aunque tres años debió renunciar por diferencias ideológicas.
El interés por su figura recobró fuerza en 2005 con el estreno del film biográfico "Capote" por el que Philip Seymour Hoffman obtuvo el Oscar por la mejor interpretación masculina protagonista; y en 2006 volvió a la meca del cine con "Infamous" y los protagónicos de Toby Jones -como Truman-, Sigourney Weaver y Sandra Bullock.
La demencia del éxito
De particular forma de expresarse, abierta homosexualidad y gran don de gente, Capote supo ganarse el afecto de la alta sociedad. Libre de ataduras, comenzó a labrarse una fama que ya no le abandonaría.
Su primer libro fue "Otras voces, otros ámbitos". Allí sacó punta a su agudo sentido de la provocación con un relato en el que un joven se enamora de un travesti. En 1949 vió la luz "Un árbol de noche y otras historias", un compendio de narraciones cortas que escribió para varias revistas; y en 1951 editó su segunda novela "El arpa de hierba".
Un año después, tendrían lugar los cruentos asesinatos de la familia Clutter en Holcomb, un pueblo de Kansas; y Capote vio el argumento perfecto para la que sería su obra maestra y a la que llamó "A sangre fría".
Acompañado por Harper Lee, su amiga de la infancia y ganadora de un Pulitzer por "Matar a un ruiseñor" (1960), el escritor se tomó seis años para recopilar la información sobre los sucesos, entrevistando a los vecinos del lugar.
Esta forma de relatar calificada como "novela de testimonio" supuso una novedad en aquel momento y le valió el título de padre del nuevo periodismo estadounidense.
Sin dudas, "A sangre fría", supuso la cima de su carrera profesional y le dio el prestigio que soñaba dentro de la aristocracia de Manhattan que congregó en la famosa fiesta Black and White Ball, que él mismo organizó en el hotel Plaza y fue la frutilla de la torta de su agitada vida social.
También, su trabajo para el cine le trajo reconocimientos en el mundo del espectáculo con el estreno de una de sus novelas más conocidas "Desayuno en Tyffany’s" (1958), popularizada en la gran pantalla por la película homónima ganadora de dos Oscar protagonizada por Audrey Hepburn.
Sin embargo, el incisivo genio terminó por ganarse la antipatía de sus amigos ricos y famosos cuando optó por publicar textos ficticios basados en personajes reales de la alta alcurnia neoyorquina.
