Desde pequeña supo lo que era percibir el aroma de una rosa, apreciar su belleza y sobre todo poner en práctica todas las labores necesarias para llegar a obtener los mejores exponentes de cada variedad. María Inés Peñafort heredó esta pasión de su madre y la acompañó durante toda su vida hasta alcanzar, hace poco tiempo, una máxima distinción: Fue nombrada miembro honorario de la Asociación Argentina de Rosicultura (AAR) de la República Argentina, entidad que por primera vez en su larga historia distingue con este reconocimiento a un miembro del interior del país.

Esta distinción está vinculada a su trayectoria en rosicultura, sus investigaciones, sus estudios como jurado internacional en Buenos Aires, donde obtuvo el primer promedio, y docente de esta rama de la jardinería. A la par también comenzó a vincularse con la fotografía como herramienta para inmortalizar sus rosales, aunque sus conocimientos y experiencia ya le han valido un primer premio a nivel nacional en una exposición fotográfica en Buenos Aires organizado por la AAR, como así también La Copa Huarpe por un arreglo floral presentado en el mismo ámbito.

"Mi madre encargaba a una casa de Buenos Aires las yemas de distintas rosas que llegaban envueltas en papel de cigarrillo desde otros lugares y hacía sus propios injertos, siempre acompañada por mi papá. Todavía conservo rosales de mamá porque son casi perennes si uno cuida la planta. No se sabe cuándo nació la rosa, sí se conoce que existe al menos hace 5 mil años antes de Cristo. Fue cambiando a través del tiempo por factores naturales hasta que intervino la mano del hombre y se obtuvieron maravillas por hibridaciones", cuenta María Inés.

Uno de sus trabajos está vinculado a ¿Por qué se plantan las rosas junto a la vid?, y la asociación entre Rosas y Vinos, publicadas en medios nacionales especializados (Ver nota aparte).

Su historia demuestra que la investigación ha sido una de las bases de esta especialidad y recuerda que su papá mandó a traer rosas del Sur, algo que a ella, en principio, no le pareció acertado. "Sin embargo comprobamos que se daban perfectamente. Esto nos demostró que es un arbusto que se adapta a todos los climas y suelos, sólo la luminosidad puede darle otros tintes al color. Por citar un ejemplo, uno no se puede presentar a competir con una rosa blanca de San Juan en Bariloche porque allí obtienen un blanco inmaculado al tener menos luminosidad. De todos modos nunca tuve una rosa que no se adaptara al suelo o al clima, además en esto hay que tener en cuenta que la poda es otro de los factores muy importantes a tener en cuenta".

Las rosas que van del amarillo al naranja y la gama del rosa al fucsia son las de mejor color en la provincia por la intensidad del sol. Son verdaderas joyas en cualquier jardín sanjuanino y excelentes exponentes para una competencia.

María Inés es la única sanjuanina recibida, luego de cursar cuatro años de estudio, de Jurado Internacional, y es actual docente de la especialidad. Esta carrera se abre cada cinco años siempre que lo autorice la American Rose Society, de quien depende la asociación argentina.

Otro trabajo importante fue la investigación del cuadro de la Virgen del Rosal del pintor Stefan Lochener, tanto desde el punto de vista religioso como artístico. "Fue pintada con una técnica mixta sobre madera. La figura central es María vestida con una gran capa azul brillante y en su falda está el Niño Jesús. Su Corona tiene rosas de piedras preciosas rodeada de más piedras simbolizando su realeza y majestuosidad. A la Virgen se la considera la Reina del Cielo, coronada de rosas. Los cinco pétalos proclamaban sus cinco gozos y las cinco letras del nombre María", explica María Inés.

"Morfología de 20 rosas", es una tesis que demandó un gran esfuerzo que luego fue reconocido a nivel nacional y en Estados Unidos. Incluye desde las características geográficas de la zona hasta la morfología de todo lo vinculado a cada uno de los ejemplares.

El análisis histórico de la famosa Rosa del Siglo, conocida como Gloria Dai, Peace o Rosa de la Paz, según el país, que no debe faltar en ningún rosedal, según la costumbre mundial, es otra de las producciones investigadas.

Cada uno de estas obras le ha valido la distinción de miembro honorario a nivel nacional. "A mi me llamó mucho la atención y me gratificó personalmente, pero sobre todo, estoy orgullosa de haber llevado a San Juan a nivel nacional. No sólo soy la única persona del interior sino que además esta figura es otorgada a personas mucho mayores que yo" .

A la par de estas actividades ha desarrollado diferentes acciones durante su gestión al frente de la Asociación Argentina de Rosicultura, filial San Juan (durante 12 años de los 23 que tiene la institución), como por ejemplo cursos de poda para jardineros de diferentes zonas teniendo en cuenta que éste es un punto clave para la calidad de la flor.

Fue una de las propulsoras del pequeño rosedal del complejo Ferrourbanístico que actualmente cuidan los vecinos, y le gustaría mucho ver las rosas del reloj del Parque de Mayo, "bien podados, al igual que las del Aeropuerto local".

No tiene una rosa favorita porque considera que cada una de ellas "tiene un encanto especial".

Una tarea permanente a la que cada día dedica horas de su tiempo, con el sólo afán de difundir y colaborar con el cultivo de los rosales, para alcanzar un entorno que gratifique el espíritu de los ciudadanos.