Sebastián Crismanich, el héroe de la delegación argentina en estos Juegos Olímpicos Londres 2012, admitió desconocer las dimensiones de la medalla de oro que alcanzó en el taekwondo y expresó: "Recién en un tiempo me daré cuenta de lo que conseguí".
Luego de haber dormido poco ("me acosté como a las 6 y media de la mañana", relató) y de saludar a todo aquel se le cruzó para felicitarlo por el logro obtenido, el deportista correntino prosigue "en el aire", tal como él mismo apuntó.
Crismanich, que había cosechado la medalla dorada en los Panamericanos de Guadalajara 2011, superó en la final al español Nicolás García Hemme, por 1-0, en el combate decisivo celebrado en la noche del viernes en el complejo ExCel.
"Cuando llegué a la Villa (Olímpica) era muy tarde, pero igual fui a la computadora para fijarme en los mensajes que tenía. Y me sorprendió las repercusiones", aseguró el correntino, con una naturalidad digna de envidio para otros "protagonistas" del deporte.
"Me cuentan que la lucha final se vivió como si fuese un partido de fútbol. Con gente juntándose en casas, tomando mate y celebrando cada golpe como si fuesen goles. Y, la verdad, no lo puedo creer", describió.
"Tal vez cuando llegue a la Argentina, a Corrientes, ahí me dé cuenta de lo que pasó", expresó el taekwondista radicado en Córdoba, que vive con sus padres y su hermano Mauro, también representante de la disciplina marcial.
"Queríamos volver con una medalla, no importaba el color. Y cumplimos. Por eso, antes de encarar la final, nos juntamos con Gabriel (Taraburelli, su entrenador) y nos dijimos que se trataban de los últimos 6 minutos de esfuerzo, que debía valer la pena", manifestó.
Ubicado en la denominada zona Internacional de la Villa Olímpica, Crismanich recibió saludos de los ocasionales transeúntes argentinos que pasaban por el lugar y lo hizo con sencillez, prestándose al diálogo ameno, sin tapujos.
"Acá no hay egoísmos, de verdad. Con la preparación en México (el seleccionado de Taekwondo se entrenó en San Luis Potosí durante casi tres semanas, en la previa del comienzo de los Juegos), nos juntamos con Gabriel y coincidimos que había que mejorar su cuarto puesto en Sydney 2000", explicó.
El correntino, que venció al neocelandés Vaughn Scott (9-5), al afgano Nesar Bahawi (9-1), al armenio Arman Yeremyan (2-1) y al apuntado García Hemme (1-0) en la instancia decisiva, remarcó que la competencia olímpica "es diferente a cualquier otra".
"Cualquier lucha en un Juego equivale a una final de cualquier etapa de Copa del Mundo. Es un torneo atípico, de por sí. Unos se conforman con clasificarse y participar. Otros se ponen contentos si alcanzan un diploma (meterse entre los 8 primeros). Y otros aspiran a meterse en el podio", puntualizó.
"Me da la sensación de que el que logra el oro es el que nunca se conforma. Tanto que ya estoy pensando qué voy a hacer cuando llegue a Buenos Aires, cuándo me reintegraré a los entrenamientos", confesó.
