“¡Dale!, ponete para la foto, sino nadie te va a creer en tu casa que estuviste con Uñac y Prat Gay‘, dijo Claudia mientras fotografiaba a dos de sus compañeras que se ‘colgaron’ de los hombros de los más buscados de la mañana. La imagen se multiplicó durante la visita del gobernador, Sergio Uñac, el ministro de Hacienda de la Nación, Alfonso Prat Gay, y el presidente del BID, Luis Alberto Moreno, a la empresa Ansilta. Mientras en las puertas de la firma que fabrica camperas se montaba un operativo policial descomunal (más de un centenar de efectivos), a tono con una visita presidencial, adentro de la nave industrial el ambiente era distendido y cordial.
Fueron las palabras del gerente de la empresa sanjuanina, Fernando Caballero, las que conmovieron a varios de los presentes, incluido el actual ministro de Infraestructura de la provincia, Julio Ortíz Andino. ‘Ansilta es un lugar del que cuesta salir, se lleva en el corazón‘, dijo el hombre antes de romper en llanto, en un hecho que llamó la atención de propios y extraños.
El resto de los discursos transcurrieron entre anécdotas, chistes y deseos de crecimiento, y a un lado quedó lo protocolar, lo acartonado. A su turno, el colombiano Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), aseguró “espero seguir viniendo a la Argentina para ver ese túnel que ha sido el sueño de tantos, durante tantos años. Del dicho al hecho, lo que hay es sólo trabajo, esfuerzo‘.
Antes de lo estrictamente formal y hablar de lo que sabe, Prat Gay reconoció que cuando empezó a esquiar “ya de grande”, a los 35 años, lo hizo con “ropa prestada, pero cuando llegó el momento de comprarme mi primera campera fue una de Ansilta ¡un modelo Pro!”, contó y el improvisado auditorio estalló en risas cómplices.
El gobernador Uñac no se quedó atrás y afirmó que en sus años de adolescencia, “sólo un par de años atrás” -aclaró-, una campera Ansilta “era todo un símbolo”. Su comentario respecto a la edad despertó carcajadas en los funcionarios presentes y ahí nomás les retrucó “muchos, si no miren las canas. Menos mal que Alfonso también tiene”. “Mientras más canas, más ganas”, aportó Moreno desde la primera fila, pícaro el colombiano; que, cada vez que pudo, recordó aquel insoportable 5 a 0 que la Selección de fútbol de su país le propinó a la Albiceleste, “no se lo olvidan más”, chicaneó.
Después de los regalos de rigor, el colombiano pidió una serie de camperas para ser usadas por los empleados del organismo internacional: “Vamos hacer negocios en vivo”, dijo mientras posaba para las fotos. Un personaje que no pasó desapercibido.
“Invitamos a las operarias a tomarse una foto con el gobernador y los invitados‘, dijo la locutora oficial y, acto seguido, tanto Uñac como Prat Gay -”los más lindos”, según la platea femenina de la empresa-, se perdieron en una marea de camperas grises, la de los empleados. No hubo una foto a la que los funcionarios se negaran, tal fue la predisposición, que algunos miembros de la comitiva comentaban entre ellos lo cariñoso del recibimiento de las trabajadoras.
“Por suerte esto nos pasa cada vez que salimos de Buenos Aires donde las quejas son por cualquier cosa”, alcanzó a decir uno de los referentes del gobierno macrista mientras posaba para la enésima selfie. Cuando finalmente lograron escapar de los flashes y ya con mayor tranquilidad, el ministro de Hacienda se interiorizó de los pormenores del funcionamiento de la fábrica y hasta recibió consultas de algunos empresarios que lograron ser parte del acto.
