Son esos partidos que tienen un gustito especial. Esos que suelen marcar un antes y un después y para Atlético Unión terminará siendo el clásico que hizo ruido grande en el Federal A porque el Azul se dio el lujo de mojarle la oreja al siempre candidato, Deportivo Maipú, en una cancha en la que pocos suelen llevarse algo. Fue 1-0 con un golazo lleno de fantasía del inoxidable Luto Molina cuando iban 29′ del primer tiempo y ya en el estadio Botellero sobraban caras largas. Y es que este Maipú, candidato y puntero, no le encontraba la vuelta al firme esquema sanjuanino. Después de ese gol del Luto, apareció esa faceta conmovedora del Azul que dejó todo y se apoyó en el enorme debut de su arquero Abadie para terminar sellando un triunfo resonante desde todo punto de vista. Desde lo estadístico, porque lo puso otra vez arriba, desde lo futbolístico porque le entregó respuestas y desde lo anímico porque sepultó la amargura de la fecha pasada en San Luis y le abrió crédito para lo que viene.
En el comienzo, la presión esperada de Maipú encontró algunas facilidades por el costado izquierdo de la defensa sanjuanina porque el adelantamiento de Martinelli le dejaba demasiado terreno por cubrir a Martínez y así el Cruzado llegó. La primera la tuvo Tambussi de cabeza y más tarde Guerra pero en las dos respondió muy bien Abadie. Eso tranquilizó a todos en el Azul y cuando Nataliccio reacomodó las marcas en el medio, se terminó de afirmar Unión. Un síntoma de la mejoría fue la primera llegada sanjuanina en un centro que Sacripanti no alcanzo a conectar de lleno. Y así, el equipo de Laciar empezó a poder manejar la pelota por momentos y encontró en Molina el remanso para cortar tanto vértigo como el que le proponía Maipú. Hasta que a los 29′ ganó Nataliccio en el medio, abrió para Sacripanti, el Loco buscó a Acevedo y el capitán amagó para dejarlo solo al Luto, que con su clase, desparramó al arquero Olguín y marcó el 1-0. Un golazo con todas las letras.
Maipú ya no era el mismo. Quería pero no podía pero tenía que ir al frente y fue. Así llegó con peligro sobre el final de la primera parte con un remate de Tambussi que Abadie resolvió con categoría.
En el complemento, de entradita nomás, el Cruzado quemó naves. Sperdutti metió todo lo que tenia en el banco y con Delorte, Pieguidi y el Pamperito Coria quiso arrinconar a un Unión que no reculó jamás. Se paró con el mismo modelo, entregó todo y esperó esa contra como para liquidar. Pero a los 20′ se lesionó Martinelli en una salvada enorme ante Coria y Laciar tuvo que cambiar el modelo sanjuanino. Se paró con línea de cuatro en defensa, sacó a Molina y armó el medio con cuatro volantes. Era el momento que respondiera los que debían hacerlo tanto en defensa como en el medio y todos lo hicieron. Llovieron centros y los zagueros sanjuaninos sacaron todo. Corrieron al que pasara por el medio y Sacripanti junto a Acevedo, se bancaron todo arriba.
Inquietó Maipú con un par de centros y cuando pudo llegar por abajo, a los 25′, Abadie le tapó el empate a Coria en sensacional acción. Unión quería la última. Se relamía con esa contra decisiva pero no se le daba. Sobre el final, un tiro libre de Hernán Muñoz se estrelló en el palo derecho de Olguín para silenciar una cancha que empezaba a masticar impotencia.
Fue triunfazo por todo lo que significaba salir nuevamente en el torneo pero lo mejor estuvo en la imagen que terminó dejando este Unión que en Mendoza ya encontró identidad, mostrando lo que quiere y lo que puede hacer.
